En un escenario donde la vida citadina exige rapidez, surgen herramientas para vigilar el corazón sin salir del bolsillo: las aplicaciones de monitoreo cardíaco con soporte de inteligencia artificial (IA). Equipadas en relojes inteligentes o pulseras conectadas al smartphone, estas apps pueden detectar irregularidades del ritmo cardiaco —arritmias— con niveles de precisión que algunos estudios sitúan entre 90 % y 95 %.
Estas apps funcionan gracias a sensores como PPG (fotopletismografía) o ECG de un solo canal integrados en dispositivos portátiles, que recogen señales del pulso y ritmo cardiaco. Luego, algoritmos de IA analizan esos datos y alertan al usuario si identifican patrones compatibles con arritmias como fibrilación auricular.
Por ejemplo, revisiones recientes indican que las tecnologías basadas en PPG logran sensibilidad alrededor de 95,1 % y especificidad de 96,2 %, mientras que métodos basados en ECG de un solo canal alcanzan sensibilidad ligeramente menor (≈ 92,3 %) con especificidad similar.
En otros estudios, la sensibilidad de detección de fibrilación auricular con dispositivos portátiles varía de 60 % a 98 %, dependiendo del algoritmo y calidad del trazado.
Los beneficios potenciales son considerables: detección temprana de arritmias asintomáticas, monitoreo continuo más allá de visitas clínicas, y alertas automáticas que pueden motivar consulta médica o intervención preventiva. Usuarios de estas apps podrían percibir alertas tempranas antes de que los síntomas sean notorios.
Sin embargo, también hay desafíos y límites. En algunos casos, las señales pueden ser “inconclusas” por artefactos de movimiento, mala calidad del sensor o interferencias. Además, no todas las arritmias pueden detectarse con precisión desde el pulgar o muñeca, y un diagnóstico definitivo requiere un electrocardiograma médico convencional.
Otra preocupación es la integración con el sistema de salud: alertas constantes sin acompañamiento clínico podrían generar ansiedad o visitas innecesarias. Instituciones médicas recalcan que estas apps deben utilizarse como complemento, no reemplazo, del diagnóstico profesional. Hay también retos en regulación, privacidad de datos y transparencia de los modelos de IA.
Para los usuarios, la recomendación es verificar que la app cuente con respaldo clínico o estudios publicados, que permita exportar registros para el médico y que su dispositivo sea lo más confiable posible. Además, mantener cierto escepticismo frente a los resultados y validar siempre con profesionales de salud.
En la dinámica urbana, donde detenerse a checar al médico no siempre es viable, estas apps prometen convertir el teléfono o reloj en un guardián cardiaco. Pero su valor real dependerá de acompañamiento médico, buena calidad de hardware y un uso responsable.
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