Por Bruno Cortés
Aunque estamos acostumbrados a pensar que México exporta aguacates, autos, tequila o servicios de doblaje, hay algo más que nuestro país ha estado enviando al mundo desde hace décadas: solidaridad organizada. Así lo dejó claro el diputado Ricardo Monreal Ávila, coordinador de Morena en San Lázaro, quien destacó que la ayuda humanitaria mexicana también es de exportación, y que ha salvado vidas tanto dentro como fuera de nuestras fronteras.
Todo esto a propósito de las inundaciones en Texas, donde México ofreció apoyo a través del famoso Plan DN-III-E, un protocolo que ya es un referente a nivel internacional. El propio gobierno de Estados Unidos —y otros más— han pedido asesoría a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) para aprender de los protocolos mexicanos de protección civil.
El Plan DN-III-E, creado en 1965 y ejecutado por primera vez en 1966, es básicamente el corazón de la respuesta del Ejército ante desastres naturales. No es improvisación, es un método que se basa en tres fases muy claras: prevención, auxilio y recuperación. Va desde los simulacros hasta la reconstrucción, pasando por la evacuación, búsqueda y rescate, instalación de albergues, y vigilancia en zonas afectadas.
Monreal explicó que este mismo modelo se usa en el extranjero, cuando México responde con ayuda humanitaria a otros países. Y no es cualquier ayuda: se manda personal militar entrenado, médicos, ingenieros, y funcionarios coordinados por la Secretaría de Relaciones Exteriores, que trabajan en conjunto con autoridades del país receptor.
Para que esto funcione, se siguen protocolos muy específicos. Ya sea que la presidenta de México —hoy Claudia Sheinbaum— ofrezca el apoyo directamente, o que el país afectado lo solicite por vías diplomáticas, el gobierno mexicano pone manos a la obra sin importar distancias. Y lo ha hecho decenas de veces.
Hasta mayo de 2023, México había brindado ayuda humanitaria en 96 eventos internacionales, incluyendo tragedias en países como Ecuador, Haití, Nicaragua, Turquía, Chile, Ucrania, y hasta Estados Unidos. Solo durante el gobierno 2018-2024, se dieron 52 misiones de auxilio en 24 países.
Este esfuerzo no solo habla de eficiencia, sino de generosidad, algo que a menudo se nos olvida destacar en el debate político nacional. Monreal lo resumió bien: la ayuda mexicana no solo es necesaria, también es valorada, y está respaldada por un modelo probado que podría servir de ejemplo en cualquier parte del mundo.
En un contexto donde cada vez hay más desastres naturales, emergencias climáticas y crisis humanitarias, México ha decidido no quedarse al margen. Así, mientras algunos gobiernos levantan muros, el nuestro —al menos en materia de ayuda humanitaria— tiende puentes con brigadas, manos, y experiencia militar al servicio de quienes más lo necesitan.
Porque sí, entre el tequila y los autos, la solidaridad también es marca nacional.
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