Por Bruno Cortés
El diputado Elías Lixa Abimerhi, jefe de la bancada del PAN en el Congreso, dejó claro que una reforma electoral sí es posible, pero siempre y cuando no venga impuesta desde el Ejecutivo. Para él, la política no puede ser un juego de “empujones” ni un diálogo sordo entre quienes solo quieren defender sus intereses. Por eso insiste en que la reforma debe ser producto de un debate amplio, donde participen expertos, sociedad civil, autoridades electorales y todos los partidos políticos, no solo una comisión oficial que parece hecha a la medida del poder.
Lixa pone el dedo en la llaga con dos temas clave: la eliminación de la sobrerrepresentación y la lucha contra el crimen organizado en las elecciones. La sobrerrepresentación es ese “fraude constitucional” que permite que algunos partidos tengan más diputados de los que les tocarían si solo se usaran votos directos, lo que para él distorsiona la verdadera voluntad de la gente. Por otro lado, alertó sobre la necesidad de una democracia libre de influencias oscuras, como el financiamiento o la manipulación de campañas por parte del crimen organizado.
Su mensaje es claro: los legisladores no están para ser marionetas del Ejecutivo. La responsabilidad de hacer leyes corresponde al Congreso, y no aceptarán que les digan qué deben votar o qué temas debatir. Más bien, deben ponerse a trabajar para que la reforma realmente fortalezca la democracia, no la debilite.
En otro tema que también encendió las luces en el Congreso, Lixa habló sobre la remoción de Arturo Serrano Meneses, quien encabezaba el Órgano Interno de Control en la Fiscalía General. Explicó que ya pidió información oficial al contralor de la Cámara de Diputados para entender qué pasó con esta destitución y recordó que la Cámara debe estar al tanto, porque corresponde a los legisladores conocer y, si es necesario, intervenir en la designación de nuevos funcionarios que supervisan instituciones clave.
En resumen, el diputado panista se planta firme: sí a la reforma electoral, pero bien hecha y sin imposiciones; con claridad y sin espacio para corrupción o crimen; y con un Congreso que realmente cumpla su papel, sin dejar que el Ejecutivo marque el paso.
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