La Guelaguetza en Oaxaca y el enojo que ya llegó al Congreso

Por Bruno Cortés

 

En medio de la algarabía por la Guelaguetza —ese colorido festival que enorgullece a las y los oaxaqueños— se desató una fuerte crítica política que ya retumbó en la Cámara de Diputados. La diputada Martha Aracely Cruz Jiménez, del Partido del Trabajo (PT), se paró frente a los medios y soltó la bomba: el Gobierno del estado se gastó 162 millones de pesos en la Guelaguetza… y solo ganó 57. ¿Negocio redondo? Para muchos, más bien parece un hoyo sin fondo.

La Guelaguetza no solo es tradición y turismo; también es política y dinero público. Y ese dinero —dice la diputada— se está usando mal. “Mientras el gobernador Salomón Jara presume la fiesta, el Hospital Civil de Oaxaca se queda sin luz y con el drenaje colapsado. ¡En plena Guelaguetza!”, reclamó. Y es que, para ella, gastar millones en espectáculos mientras los hospitales se caen a pedazos no tiene justificación.

Pero la cosa no quedó ahí. Con cifras frescas del INEGI, Cruz Jiménez recordó que Oaxaca sigue siendo el tercer estado más pobre del país, tanto en pobreza como en pobreza extrema. Es decir, ni la derrama turística, ni los discursos optimistas han logrado mover las cifras que realmente importan: las que hablan del acceso a salud, educación, vivienda digna o alimentación suficiente.

Por eso, la diputada fue más allá. Dijo que ya es hora de revocarle el mandato al gobernador. Sí, revocación. Un proceso que, paradójicamente, también costaría caro: unos 150 millones de pesos, según sus cálculos. Pero, como ella misma lo planteó, “otra Guelaguetza nos saldría el doble”. La comparación no es menor: ¿vale más la democracia participativa que otra fiesta financiada con recursos públicos? Para ella, sí.

Más allá de los colores partidistas, lo que plantea es un tema de fondo: las políticas públicas no pueden ser solo eventos espectaculares, ni campañas de imagen. Tienen que resolver problemas concretos: servicios de salud dignos, atención en comunidades marginadas, políticas que impulsen empleo real, no solo derrama temporal.

Lo que está en juego no es la Guelaguetza —porque nadie niega su valor cultural—, sino el modelo de gobierno que prioriza la forma sobre el fondo. Porque cuando un gobierno gasta más en luces que en medicinas, el problema ya no es solo de presupuesto; es de prioridades.

Y mientras el gobernador Jara sigue defendiendo su gestión, la oposición ya encendió el debate en San Lázaro. ¿Llegará a más? Eso dependerá de qué tan fuerte sea el clamor ciudadano más allá de las corcholatas, los bailes y las comparsas.

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