Graciela Iturbide gana el Princesa de Asturias de las Artes

Por Juan Pablo Ojeda

 

La cámara de Graciela Iturbide no solo ha retratado rostros y paisajes, sino también el alma de un país. A sus 83 años, la fotógrafa mexicana ha sido reconocida con el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2025, uno de los máximos galardones culturales del mundo, por una trayectoria que ha sabido conjugar la sensibilidad artística con el compromiso social, la poesía visual con la crudeza de lo cotidiano.

El jurado, presidido por el historiador del arte Miguel Zugaza Miranda, no escatimó en elogios: “Su lente ha retratado la naturaleza humana a través de fotografías cargadas de simbolismo, que crean un mundo propio: desde lo primitivo a lo contemporáneo; desde la crudeza de la realidad social hasta la magia espontánea del instante”.

Desde sus inicios en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC), Iturbide ya destacaba por su ojo observador. Sin embargo, sería la fotografía la que capturaría su vocación, de la mano de su maestro, el mítico Manuel Álvarez Bravo, con quien trabajó a inicios de los años 70. Su paso por comunidades indígenas, sus viajes y su mirada paciente le dieron voz a quienes casi nunca son retratados desde el respeto y la intimidad.

Su obra maestra, Nuestra Señora de las Iguanas (1979), tomada en el mercado de Juchitán, Oaxaca, simboliza no solo su estilo, sino su compromiso: una imagen de poder femenino y dignidad cotidiana que ha dado la vuelta al mundo y se ha convertido en un icono de la cultura visual mexicana.

A lo largo de más de cinco décadas, Iturbide ha mantenido una coherencia estética: el blanco y negro como lenguaje, el silencio como discurso, y el tiempo como herramienta narrativa. Ella misma lo define como su “tempo mexicano”, una forma única de esperar el momento exacto donde el instante se convierte en eternidad.

El jurado del Premio Princesa de Asturias celebró que sus imágenes “no solo muestran lo que ve, sino también lo que siente”. Y no es exageración. Sus retratos de mujeres zapotecas, de rituales indígenas o de calles polvorientas revelan más de lo que cualquier texto podría explicar.

Nacida en Ciudad de México en 1942, Iturbide es nieta del prócer independentista Agustín de Iturbide. Pese a su linaje, se ha mantenido siempre cerca del pueblo. Su obra ha sido exhibida en los museos más prestigiosos del mundo, pero su esencia sigue en los caminos de tierra, en las miradas quietas, en los símbolos del México profundo.

Junto a figuras como Francisco Toledo y Elena Poniatowska, con quienes colaboró en proyectos como el libro Juchitán de las mujeres (1989), Graciela Iturbide ha formado parte de una generación de artistas que han hecho del arte una herramienta de memoria, denuncia y belleza.

Con este galardón, Iturbide se une a un selecto grupo de creadores que han sido distinguidos con el Premio Princesa de Asturias de las Artes, y se convierte en una de las pocas fotógrafas en recibirlo, un reconocimiento que no solo celebra su obra, sino la relevancia del arte fotográfico como lenguaje universal.

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