Una familia en Estados Unidos logró reducir una factura médica de casi 200.000 dólares a solo 33.000 gracias al uso de herramientas de inteligencia artificial como ChatGPT y Claude, de la empresa Anthropic. El caso, compartido en la red social Threads, ha captado gran atención al mostrar cómo la tecnología puede convertirse en una poderosa aliada frente a los costos excesivos en la atención médica.
Todo comenzó tras la muerte de un hombre por un infarto en junio. Su familia pensó que lo peor había pasado, hasta que dos meses después recibió una factura hospitalaria de 195.000 dólares por apenas cuatro horas de atención. Sin seguro médico que cubriera los gastos, la viuda quedó a cargo de una deuda impagable. Ante ello, un familiar decidió solicitar al hospital una factura detallada con los códigos médicos estándar (CPT), que especifican los servicios y procedimientos realizados.
Aunque la institución se mostró renuente a entregar la información —alegando que se trataba de datos internos—, finalmente accedió. Con la documentación en mano, el familiar decidió probar una estrategia poco común: usar inteligencia artificial para revisar la factura.
Ingresó todos los datos en Claude, el modelo de lenguaje de Anthropic especializado en análisis de texto y tareas complejas. En cuestión de minutos, la IA identificó irregularidades graves: procedimientos incompatibles entre sí, cobros duplicados, cargos por servicios aplicables solo a pacientes hospitalizados —cuando el fallecido nunca fue admitido formalmente— y sobreprecios superiores al 2.000 % en materiales médicos. Además, detectó que uno de los procedimientos cobrados anulaba legalmente el resto de los cargos, según regulaciones federales emitidas durante la administración Obama.
Con base en esos hallazgos, el usuario pidió a Claude una estimación de cuánto habría pagado Medicare, el sistema público de salud estadounidense, por el mismo tratamiento. Luego, con ayuda de ChatGPT, elaboró una carta formal de reclamación en la que detallaba las irregularidades y advertía sobre posibles consecuencias legales y mediáticas si no se revisaba la factura.
El resultado fue contundente: el hospital redujo el monto reclamado a 37.000 dólares y, tras nuevas negociaciones, la familia consiguió cerrar un acuerdo final de 33.000, una rebaja del 83 % sobre el total original.
El caso ha abierto el debate sobre el potencial de la inteligencia artificial en la defensa de los consumidores, especialmente en países donde los sistemas de salud tienen estructuras de facturación complejas y opacas.
Para quienes enfrenten situaciones similares, los especialistas recomiendan siempre solicitar facturas detalladas con códigos CPT o ICD, ya que estos permiten comparar precios y detectar inconsistencias. Con esos datos, herramientas como ChatGPT o Claude pueden ayudar a interpretar conceptos médicos, identificar cobros indebidos y redactar reclamaciones formales.
Sin embargo, es importante recordar que la IA no sustituye la revisión humana: los modelos pueden equivocarse o interpretar erróneamente la información. Por eso, conviene validar los hallazgos con fuentes oficiales, abogados o defensores del consumidor antes de presentar cualquier apelación.
Este inusual caso demuestra cómo la tecnología, cuando se usa con criterio, puede nivelar el terreno frente a instituciones poderosas y ayudar a las personas comunes a exigir transparencia y justicia en los costos médicos.















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