Diálogo que sí construye: Congreso y empresarios buscan un México próspero

Por Bruno Cortés

 

En medio de tantas discusiones políticas que suelen quedarse atoradas en discursos, la presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, Kenia López Rabadán, soltó un mensaje que rara vez se escucha con tanta claridad: si el país quiere mejores empleos y salarios dignos, instituciones y empresas tienen que sentarse a hablar de verdad, sin poses y sin simulaciones. Y lo dijo frente a la Concamin, el corazón industrial de México, donde están los que invierten, generan empleos y también los que vuelven realidad —o no— las políticas económicas.

La legisladora lanzó una idea sencilla pero poderosa: mientras no exista una relación seria entre quienes hacen las leyes y quienes crean empleos, el país difícilmente va a avanzar. El salario digno, la competitividad, la formalidad laboral y el desarrollo económico no nacen de la nada; se construyen en mesas de diálogo donde ambos lados explican qué se necesita, qué es viable y qué requiere ajustes legales. Y, sobre todo, se construyen cuando se entiende que cualquier reforma afecta directamente a millones de trabajadores.

López Rabadán también recordó algo que suele incomodar pero es la base del servicio público: los salarios de los funcionarios se pagan con los impuestos de la gente. Eso significa que cada decisión, cada voto y cada interacción con el sector productivo debe sostenerse con trabajo, responsabilidad y ética, porque quienes pagan la nómina esperan que las instituciones funcionen y respondan a las necesidades reales del país.

En ese ambiente, la diputada insistió en que el respeto es clave. No el respeto protocolario, sino el que permite que servidores públicos, empresarios y trabajadores se reconozcan como piezas del mismo proyecto nacional. Solo así —dice— es posible caminar hacia un México donde las oportunidades se distribuyan mejor y donde las empresas puedan crecer sin trabas innecesarias, pero también sin vulnerar derechos.

Y hubo un punto más que no pasó desapercibido: el avance de las mujeres en espacios que históricamente estaban cerrados para ellas. La diputada celebró ver más presencia femenina en las mesas empresariales, recordando que hace tres décadas eran prácticamente exclusivas de hombres. Hoy, dijo, ver a mujeres en puestos clave del sector industrial refleja un cambio cultural profundo que también debe permear en las políticas públicas y en las decisiones económicas.

La reunión con la Concamin dejó claro que, más allá de las diferencias políticas, hay un reconocimiento creciente de que el país solo avanza cuando el gobierno y la iniciativa privada trabajan en sintonía. No se trata de ceder privilegios ni de imponer condiciones, sino de construir juntos las reglas del juego para que México pueda competir, innovar y generar empleos dignos. En resumidas cuentas, diálogo que no se queda en discurso, sino que apunta al México próspero que tantas veces se promete y tantas veces se posterga.

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