Recupera tu chispa: estrategias UNAM para vencer el burnout capitalino

¿Aún sientes que cargaste con una llama apagada desde el 2020? El síndrome de burnout —o desgaste profesional— sigue presente entre muchos trabajadores en la Ciudad de México. Expertas de la UNAM presentan estrategias probadas para rehacer rutinas emocionales, recuperar equilibrio y recuperar el disfrute —hasta volver a comer un taco sin culpa.

En terreno definido, el burnout se manifiesta como agotamiento emocional persistente, despersonalización frente al trabajo y pérdida de sentido de logro. En México, el 75 % de los trabajadores reporta fatiga por estrés laboral, según datos del IMSS, superando cifras de países como Estados Unidos y China.

La UNAM ha abordado este mal mediante programas de prevención, atención psicológica y difusión académica. Una pieza clave ha sido el “kit emocional” que promueven especialistas, el cual integra herramientas de respiración, regulación emocional, establecimiento de límites, mindfulness y apoyo social.

Luis Fernando Borja Hernández, de la Dirección General de Orientación y Atención Educativa de la UNAM, habla de “banderas rojas” emocionales: alteraciones del sueño, irritabilidad, síntomas físicos (dolores, tensión), descuido del autocuidado, aislamiento o rumiación constante. Identificarlas es parte del proceso de recuperación.

En el plano práctico, las estrategias sugeridas incluyen: ejercicios breves de respiración consciente y atención focalizada; prácticas de autoevaluación emocional (preguntarse “¿qué necesito?”); priorización de tareas alineadas con valores personales; y establecimiento de límites en horarios laborales. También se enfatiza la importancia de nutrición adecuada, actividad física, higiene del sueño, pausas programadas y redes de apoyo.

Para respaldar estas tácticas, la UNAM ha implementado intervenciones grupales estructuradas: por ejemplo, sesiones terapéuticas con componentes cognitivo-conductuales y psicoeducativos en 20 encuentros quincenales mostraron una reducción significativa en agotamiento emocional, síntomas de depresión y ansiedad, con efecto sostenido en los primeros tres meses de seguimiento.

En la capital, algunos chilangos que han adoptado estas prácticas cuentan su testimonio: personas que dejaron de ver el trabajo como una carga insoportable, retomaron aficiones y, sí, volvieron a comer tacos con tranquilidad. Relatan que, poco a poco, recuperar pequeños placeres se volvió señal de que su mente ya no estaba tan apresurada.

Las especialistas advierten que la recuperación exige constancia y ajuste: no hay atajos mágicos. El paso primero es reconocer que el malestar no es “parte del oficio”, sino un síntoma que requiere intervención. Acudir a servicios psicológicos —como los centros de atención de la UNAM— es parte esencial del camino.

Para quien quiera empezar, conviene: identificar tres señales emocionales propias, elegir una práctica breve (respiración de 3 a 5 minutos) que pueda usarse al inicio o fin del día, y reservar un espacio semanal para reflexión o acompañamiento profesional. Con el tiempo, esa rutina emocional puede erigirse en escudo contra recaídas.

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