En la Ciudad de México, donde el desayuno se considera casi un ritual, Polanco se ha convertido en el epicentro de una nueva tendencia: los desayunos románticos en terrazas. Entre jardines suspendidos y mesas al aire libre, el plato que está robando protagonismo no es importado ni sofisticado, sino profundamente mexicano: los huevos a la mexicana.
Preparados con jitomate, cebolla y chile verde, los huevos a la mexicana son uno de los desayunos más tradicionales del país. Sin embargo, los chefs de Polanco los han reinterpretado con un toque contemporáneo que atrae tanto a turistas como a locales. Lo que antes era un platillo cotidiano hoy se sirve en porcelana fina, acompañado de café de altura y vistas al skyline capitalino.
En terrazas como la de Pujol, uno de los restaurantes más reconocidos de la zona, los comensales disfrutan una versión elevada del clásico. La receta mantiene su esencia, pero se elabora con ingredientes orgánicos de mercados locales y se acompaña de pan artesanal. El entorno lo completa todo: mesas pequeñas, luz natural y música jazz que acompaña los primeros rayos del día.
La experiencia va más allá del sabor. Muchas parejas acuden a estas terrazas buscando una forma distinta de compartir la mañana. Las redes sociales lo reflejan: el hashtag #DesayunoEnamora acumula miles de publicaciones de parejas que comparten su momento entre café y pláticas tranquilas. La imagen del platillo, con el rojo brillante del jitomate contrastando sobre el blanco del plato, se ha vuelto un elemento recurrente en stories y reels.
Pero no todo es alta cocina. En lugares más relajados como Taquería Orinoco, el concepto se adapta con un aire desenfadado. Su versión caribeña del plato incluye toques de plátano frito y salsas frutales, ideal para quienes buscan un desayuno tardío que se extienda hasta la tarde. Aquí, la propuesta es más urbana, con mesas comunales y ambiente informal, pero sin perder el espíritu acogedor.
Los chefs coinciden en que el secreto no está solo en la receta, sino en la experiencia. Las terrazas permiten una desconexión del ruido citadino y ofrecen una atmósfera íntima, donde el desayuno se convierte en una pausa dentro del ritmo acelerado de la ciudad. El servicio amable y los detalles —como flores frescas en cada mesa o manteles tejidos a mano— refuerzan la sensación de estar en casa, pero con vistas al cielo.
Polanco, conocido por su oferta gastronómica de alto nivel, ha sabido integrar este nuevo formato sin perder su identidad. Restaurantes, cafeterías boutique y hoteles pequeños apuestan por fusionar tradición y ambiente, demostrando que lo romántico también puede ser local. No se trata de lujos excesivos, sino de rescatar el valor del desayuno compartido.
Esta tendencia también responde a la búsqueda de experiencias “instagrameables” que combinan estética, sabor y conexión emocional. El desayuno mexicano, con sus colores intensos y su arraigo cultural, se adapta perfectamente a esta lógica visual. De hecho, las terrazas más populares ya implementan menús fotogénicos y zonas diseñadas para tomarse la foto perfecta sin interrumpir la experiencia gastronómica.
Así, entre platos humeantes, vistas al amanecer y sonrisas compartidas, los huevos a la mexicana se consolidan como el nuevo símbolo del amor chilango. En Polanco, el romance se sirve al punto, con salsa verde o roja, y una promesa sencilla pero poderosa: despertar juntos con sabor a México.
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