El Partido Acción Nacional (PAN) presentó el 18 de octubre de 2025 su nuevo proyecto político en el Frontón México, prometiendo un renacer interno, el fin de las alianzas con el PRI y una apertura hacia liderazgos ciudadanos. Sin embargo, la estrategia ha provocado un intenso debate público y político: para muchos analistas, el anuncio luce más como un intento de reposicionamiento ante la pérdida de fuerza electoral que como una transformación real del partido.
El evento fue encabezado por Jorge Romero Herrera, actual dirigente nacional, quien aseguró que el PAN retoma su esencia de libertad, democracia y dignidad familiar. Presentó además un nuevo logotipo y una línea discursiva centrada en la participación de jóvenes y ciudadanos sin militancia. La intención, según la dirigencia, es reconstruir el vínculo con las bases y recuperar el terreno perdido ante el crecimiento de Morena en los últimos años.
A pesar de la narrativa de renovación, el anuncio despertó críticas inmediatas dentro y fuera del partido. Militantes inconformes y voces ciudadanas cuestionaron la falta de autocrítica en torno a los errores del pasado, especialmente en temas de corrupción, privatizaciones y manejo de la seguridad durante gobiernos panistas anteriores. En redes sociales, el relanzamiento generó una ola de comentarios y memes que ironizan sobre la “reinvención” de una estructura que conserva a los mismos cuadros que han sido señalados por prácticas opacas.
Jorge Romero, quien ha enfrentado cuestionamientos por presuntos actos de corrupción durante su gestión en la Ciudad de México, fue centro de muchas de las críticas. Diversos sectores políticos lo acusan de representar la continuidad del llamado “grupo de los moches”, etiqueta que el panismo arrastra desde la década pasada. Aunque el dirigente rechazó los señalamientos, la percepción de falta de renovación persiste entre parte del electorado.
El contexto electoral no es sencillo. Tras la derrota en las elecciones de 2024 y la fragmentación de la alianza opositora con el PRI y el PRD, el PAN busca reconfigurarse como fuerza independiente capaz de competir en 2027. Sin embargo, la desconfianza ciudadana sigue siendo su mayor obstáculo. De acuerdo con estudios recientes, más del 60% de los votantes asocian al partido con corrupción o falta de cercanía social, lo que podría limitar su recuperación a corto plazo.
Analistas consultados coinciden en que la estrategia del PAN deberá ir más allá de la estética política y enfocarse en una renovación estructural. Esto implicaría una depuración de dirigencias, la incorporación de liderazgos regionales y la redefinición de una agenda que conecte con las nuevas demandas sociales: seguridad, justicia imparcial y desarrollo económico con enfoque social. De no hacerlo, el partido corre el riesgo de repetir los errores de los últimos ciclos electorales.
Por su parte, dirigentes de Morena y del Partido del Trabajo calificaron el relanzamiento como una maniobra mediática. En declaraciones recientes, señalaron que el PAN “no puede reinventarse sin rendir cuentas”, y que su discurso actual omite la responsabilidad histórica de sus gobiernos en temas como desigualdad, endeudamiento y violencia.
Dentro del propio panismo, voces como la de senadores jóvenes y exalcaldes plantean que el cambio debe ser más profundo, incluyendo reformas a los mecanismos de selección de candidatos y transparencia interna. Algunos piden incluso una renovación total del Comité Ejecutivo Nacional antes de las elecciones intermedias de 2026, para demostrar coherencia entre discurso y acción.
Mientras tanto, el partido intenta sostener su narrativa de relanzamiento con giras estatales, encuentros ciudadanos y una campaña digital centrada en la idea de “volver a creer”. Pero el reto es doble: convencer a un electorado escéptico y limpiar una imagen pública deteriorada por años de divisiones internas y escándalos.
El camino hacia 2027 será determinante. Si el PAN logra capitalizar la inconformidad con el oficialismo y presentarse como una opción creíble, podría recuperar parte del terreno perdido. Si no, su intento de renovación podría quedar como un episodio más de un ciclo político que no termina de reinventarse.
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