¿Una dieta para sentirse peor? El vínculo entre la restricción calórica y la salud mental

Bajar de peso puede parecer una meta saludable, pero hacerlo a través de dietas hipocalóricas podría tener efectos secundarios poco conocidos: un deterioro del estado de ánimo y un aumento de síntomas depresivos. Así lo revela una investigación reciente realizada por científicos en Toronto (Canadá) y publicada en la revista BMJ Nutrition, Prevention and Health, que advierte sobre los riesgos de seguir regímenes alimentarios demasiado restrictivos sin una guía adecuada.

El estudio, que analizó datos de casi 29.000 adultos a través de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, encontró que cerca del 8% de los participantes reportaron síntomas depresivos. Aquellos que seguían dietas con una ingesta calórica reducida —incluso entre personas con sobrepeso— mostraron una mayor gravedad en dichos síntomas. Aún más preocupante fue el hallazgo de que los hombres que hacían dieta presentaban puntuaciones más altas en síntomas somáticos y afectivos, como fatiga, tristeza o irritabilidad.

Aunque los resultados muestran una asociación clara entre dieta restrictiva y malestar psicológico, los investigadores subrayan que esto no prueba una relación de causa directa. “Correlación no es lo mismo que causalidad”, recordó la doctora Judith S. Beck, presidenta del Instituto Beck de Terapia Cognitivo-Conductual en Pensilvania. Beck, que no participó en el estudio, destacó que los síntomas depresivos pueden tener múltiples causas —cognitivas, emocionales y conductuales— más allá de lo que se come.

El hallazgo, sin embargo, pone sobre la mesa una preocupación creciente en la salud pública: las dietas populares que prometen resultados rápidos, pero que a menudo descuidan el impacto emocional y cognitivo. Según Robin DeCicco, nutricionista holística certificada en Nueva York, muchas de estas dietas de moda no educan adecuadamente sobre las necesidades nutricionales del cuerpo. “No me sorprende que la gente pueda experimentar síntomas depresivos y cognitivos cuando pierde peso de manera extrema”, dijo DeCicco, quien tampoco participó en el estudio.

Para la especialista, el problema no es solamente la cantidad de calorías que se consume, sino la calidad de las mismas. “Los alimentos tienen el poder de ayudarnos o perjudicarnos, y si eliminamos aquellos que promueven el bienestar mental, sufriremos las consecuencias”, explicó. DeCicco advierte sobre los peligros de suprimir alimentos ricos en grasas saludables como el salmón, el aguacate, los frutos secos o el aceite de oliva, ya que contienen ácidos grasos omega-3 esenciales para el cerebro. Estos nutrientes pueden reducir la inflamación, proteger contra enfermedades y mejorar tanto la cognición como el estado de ánimo.

La investigación también concluyó que se necesita una aproximación más personalizada a la nutrición, teniendo en cuenta factores como el sexo, el índice de masa corporal (IMC) y la salud mental individual. Mientras que la lucha contra el sobrepeso sigue siendo una prioridad de salud pública —dado que el 70% de los estadounidenses son obesos o tienen sobrepeso, según los CDC—, es crucial hacerlo de forma sostenible y con conciencia sobre los efectos psicológicos que puede acarrear una mala estrategia alimentaria.

En definitiva, este estudio recuerda que la salud integral no se logra solo contando calorías. Para alcanzar un bienestar verdadero, físico y emocional, es necesario nutrir el cuerpo sin descuidar la mente.

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