Por Juan Pablo Ojeda
La crisis política venezolana volvió a tomar fuerza internacional luego de que una investigación del New York Times revelara que la Casa Blanca habría rechazado una propuesta del presidente Nicolás Maduro para dejar el poder en un plazo de dos años. Según el reportaje, el plan surgió en el marco de conversaciones extraoficiales autorizadas por Donald Trump, diseñadas para explorar salidas al conflicto que atraviesa Venezuela desde hace más de una década.
De acuerdo con funcionarios citados bajo anonimato, Maduro y su círculo cercano ofrecieron una transición de dos a tres años que garantizaría una salida “ordenada” y permitiría a Estados Unidos acceso preferencial a la riqueza petrolera venezolana. Sin embargo, Washington consideró inaceptable cualquier negociación que prolongue su permanencia en el poder.
Las revelaciones indican que Trump habría dado luz verde a la CIA para avanzar en operaciones que “preparen el campo de batalla” para acciones futuras, aunque sin autorizar combate directo. Estas estrategias incluirían operaciones psicológicas, cibernéticas y ataques selectivos a redes vinculadas al narcotráfico, instalaciones que —según la CIA— ya están identificadas y listas para ser intervenidas con una orden presidencial.
El giro diplomático ocurre mientras el Pentágono ejecuta la operación Lanza del Sur, un despliegue naval sin precedentes en el Caribe. El portaaviones Gerald R. Ford, junto a buques de guerra y unos 12 mil militares estadounidenses, opera cerca de las costas venezolanas desde agosto. En ese periodo, Estados Unidos ha realizado al menos 21 ataques contra embarcaciones señaladas por narcotráfico, destruyendo 22 lanchas y dejando más de 80 personas muertas, según el Comando Sur.
La semana pasada, Trump reconoció públicamente que estaría dispuesto a conversar con Maduro, aunque evitó revelar qué determinación tomó respecto al futuro de Venezuela. Las declaraciones, sumadas a las filtraciones del New York Times, muestran que Washington evalúa simultáneamente la vía del diálogo y la presión militar.
Mientras tanto, las tensiones geopolíticas crecen en el Caribe, donde el futuro de Venezuela se juega entre negociaciones discretas, movimientos armados estratégicos y un incierto equilibrio regional.















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