Trump firma recorte fiscal histórico y celebra su «mayor victoria» en Día de la Independencia

Por Juan Pablo Ojeda

 

En medio de fuegos artificiales y patrioterismo en el jardín de la Casa Blanca, el presidente Donald Trump aprovechó el Día de la Independencia para estampar su firma en lo que llamó su “mayor victoria hasta ahora”: una nueva ley de recortes fiscales y presupuestarios que no solo busca consolidar su sello en la política económica estadounidense, sino que también podría dejar profundas huellas en el sistema de bienestar social del país.

La norma, aprobada en una maratónica sesión del Congreso dominada por los republicanos, incluye medidas que, según Trump, traerán crecimiento y eficiencia, pero que diversas organizaciones advierten que afectarán directamente a unos 12 millones de personas, al reducir drásticamente el alcance de programas de asistencia como Medicaid y SNAP, destinados a la atención médica y alimentación de los sectores más vulnerables.

Durante su discurso desde el balcón de la Casa Blanca, Trump volvió a sacar su artillería habitual: presumió récords bursátiles —aunque ciertos solo en índices como el Nasdaq y el S&P500—, habló de nuevas inversiones millonarias en territorio estadounidense y agradeció a los congresistas republicanos que impulsaron la ley. Para él, esta firma oficializa un nuevo capítulo de su regreso al poder, seis meses después de haber retomado la presidencia.

Es el mayor recorte de impuestos en la historia de Estados Unidos, el mayor recorte de gastos, de 1.7 billones de dólares, la mayor inversión en seguridad fronteriza y una de las modernizaciones militares más vitales de todos los tiempos”, enfatizó Trump, sin escatimar adjetivos.

Además de los recortes en programas sociales, la ley contempla una expansión en el gasto de defensa de 150 mil millones de dólares y 170 mil millones en seguridad fronteriza, consolidando una vez más su línea dura en temas migratorios.

Trump también aprovechó el momento para arremeter contra los demócratas, a quienes acusó de bloquear sistemáticamente cualquier propuesta suya. “No le concedieron un solo voto a esta ley porque su odio hacia el país, hacia mí o hacia ambos es demasiado grande”, dijo sin matices.

El evento cerró con un espectáculo aéreo encabezado por un bombardero B-2 escoltado por F-35, en lo que pareció más un mensaje de fuerza que una celebración cívica. Trump se refirió a la reciente “Operación Martillo de Medianoche”, en la que, según él, se destruyeron instalaciones nucleares en Irán —aunque hasta el momento ni el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) ni agencias de inteligencia han confirmado los resultados.

Entre aplausos de los presentes —entre ellos, 150 aviadores de la base Whiteman— y un ambiente cargado de triunfalismo, el presidente estadounidense dejó claro que su visión de gobierno sigue apostando por el recorte del Estado, el aumento de la fuerza militar y la confrontación directa con sus opositores.

Pero detrás del discurso, los números no mienten: el déficit fiscal aumentará, millones podrían perder apoyos clave, y las tensiones internas entre una economía en crecimiento y una sociedad cada vez más polarizada seguirán marcando el pulso de Estados Unidos en los próximos años.

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