Por Juan Pablo Ojeda
La noche de Bangkok quedó marcada para México cuando Fátima Bosch Fernández, tabasqueña de 26 años, brilló sobre el escenario y se alzó con la corona de Miss Universo 2025. Su triunfo no fue casualidad: desde el primer momento conquistó a público y jurado con una mezcla poderosa de autenticidad, inteligencia y carisma que terminó convirtiéndose en la fórmula que la llevó al primer lugar del certamen más importante del mundo.
Detrás del glamour de la gala hay una historia de disciplina y talento. Fátima nació en Santiago de Teapa, Tabasco, y desde niña exploró artes y deportes que moldearon su carácter: pintura, música, equitación y tenis. Su camino académico la llevó del Colegio Arjí a la Universidad Iberoamericana, con paradas en Milán y Vermont, donde reforzó su visión creativa en diseño de moda. También enfrentó retos personales: fue diagnosticada con TDAH y dislexia, además de sufrir bullying escolar, experiencias que transformó en fortaleza y que hoy la acompañan en su mensaje central: creer en una misma.
Su carrera en los certámenes comenzó en 2018 como Flor Tabasco y, con el tiempo, su nombre se volvió sinónimo de determinación. En 2025 ganó Miss Universo México y meses después, frente a millones de espectadores, conquistó la corona “Lumière de l’Infini” tras sobresalir en traje típico, traje de baño, vestido de noche y, especialmente, en la ronda de preguntas, donde dejó ver temple, claridad y propósito.
Pero la victoria trae consigo mucho más que una corona deslumbrante. Durante su año de reinado, Fátima recibirá un salario anual cercano a los 250 mil dólares, residencia de lujo en Manhattan y un equipo profesional que la acompañará en imagen, nutrición, bienestar y salud. También tendrá acceso a vestuario exclusivo, joyería y productos de marcas de alto nivel, así como viajes por el mundo para representar causas sociales, asistir a eventos de beneficencia y fungir como embajadora de Miss Universo. Todo ello mientras porta una corona valuada en más de 5 millones de dólares, hecha con perlas del Mar del Sur y diamantes en oro puro, que simboliza vida y renovación.
El triunfo de Fátima Bosch abre un nuevo capítulo para México en los certámenes internacionales y coloca a una mujer joven, talentosa y resiliente al frente de una plataforma global. Su historia no sólo inspira: recuerda que la belleza, cuando va acompañada de propósito, puede convertirse en una fuerza que transforma.















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