Skomer, la pequeña isla que se convirtió en refugio clave para los frailecillos en peligro

En un mundo donde muchas especies luchan por sobrevivir, la isla Skomer, ubicada frente a la costa de Gales, se ha convertido en un caso excepcional y esperanzador para la conservación de los frailecillos, unas coloridas aves marinas que hoy están catalogadas como vulnerables a la extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Según el Fondo para la Vida Silvestre del Sur y el Oeste de Gales (WTSWW), este año la isla ha registrado la cifra más alta de frailecillos jamás contabilizada: 43,626 ejemplares. Este récord, logrado en 2024, refleja el éxito de un modelo de conservación que protege no solo a estas aves, sino a una gran variedad de especies marinas que encuentran refugio en este espacio libre de amenazas.

Skomer, una isla de apenas 2.92 kilómetros cuadrados, es reconocida a nivel mundial por su rica fauna. Su ubicación aislada y la ausencia de depredadores como ratas, gatos, perros y zorros la convierten en un lugar ideal para la reproducción de aves marinas. Además de los frailecillos, la isla alberga cerca de 350,000 parejas de pardelas baleares, así como grandes colonias de araos y alcas comunes.

El WTSWW realiza un meticuloso conteo anual de aves marinas que regresan cada primavera para anidar en la isla. Este proceso, que requiere de varias horas de recorrido y la participación de un equipo especializado, permite medir la salud de la población de frailecillos y monitorear los cambios año con año. Aunque la cifra obtenida no es exacta al milímetro, el método es consistente y permite registrar tendencias a largo plazo.

Mientras los frailecillos prosperan en Skomer, en otras partes del mundo la situación es mucho más preocupante. Estas aves enfrentan serias amenazas como la contaminación de los océanos, la escasez de alimentos debido a la sobrepesca, el cambio climático y, más recientemente, la gripe aviar, que ha impactado a varias especies marinas en el Reino Unido. Estos factores han provocado que sus números caigan drásticamente en varias regiones.

El éxito en Skomer se debe, según los expertos, a que la isla ofrece condiciones únicas: abundancia de peces para alimentar a las crías, un entorno sin depredadores terrestres y una gestión humana controlada que limita el impacto de las visitas turísticas, que alcanzan alrededor de 25,000 personas cada año. Este equilibrio ha permitido que los frailecillos encuentren un espacio seguro para reproducirse y mantenerse saludables.

Rob Knott, uno de los encargados del monitoreo en la isla, considera que este trabajo es fundamental para entender el estado real de estas aves y para diseñar estrategias que contribuyan a su conservación global. A pesar de los buenos resultados en Skomer, Knott advierte que las amenazas externas no han desaparecido y que el éxito local no debe llevar a la complacencia, ya que en muchas otras colonias de frailecillos la población continúa disminuyendo de forma alarmante.

Los conservacionistas mantienen un optimismo moderado frente a los datos actuales, conscientes de que cada año puede traer nuevos desafíos. Sin embargo, el caso de Skomer demuestra que cuando se protegen los hábitats adecuados y se controla la actividad humana, es posible revertir la tendencia de declive y ofrecer un futuro más prometedor para especies tan emblemáticas como los frailecillos.

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