Por Juan Pablo Ojeda
En medio del prolongado plantón de la CNTE en el Zócalo capitalino, la presidenta Claudia Sheinbaum dejó clara su postura frente a las protestas sociales: nada de usar la fuerza pública. Ni policía ni Guardia Nacional para contener manifestaciones, aunque eso signifique semanas de bloqueos, marchas y clases suspendidas.
Desde su primera “mañanera” como mandataria, Sheinbaum quiso marcar distancia de las viejas prácticas. Frente a las críticas por la falta de respuesta a las demandas del magisterio disidente, reiteró que su Gobierno busca el diálogo como única vía para resolver diferencias.
“No vamos a utilizar la policía ni la Guardia Nacional para reprimir nunca a nadie. Un Gobierno responsable tiene que buscar siempre esquemas de diálogo frente a una protesta social”, afirmó.
Las declaraciones se dan en medio de una situación tensa con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), cuyos maestros han mantenido un plantón desde hace más de dos semanas en el corazón político del país y han salido a marchar en varias ciudades para exigir, entre otras cosas, la derogación de la ley de pensiones y un aumento salarial del 100 por ciento.
A pesar del desgaste, Sheinbaum insistió en que las puertas del Palacio Nacional siguen abiertas: “El diálogo ha permanecido abierto, nunca se ha cerrado. Hay demandas que es muy difícil cumplir, pero seguimos buscando entendimientos”, dijo.
Funcionarios de las Secretarías de Gobernación (Segob) y de Educación Pública (SEP) han sido los encargados de las mesas de negociación. Aunque el Gobierno ha ofrecido propuestas «basadas en la máxima posibilidad financiera del Estado mexicano«, los líderes magisteriales aseguran que no hay avances significativos.
De hecho, al salir de la última reunión, los maestros fueron contundentes: acusan que las propuestas del Gobierno no solucionan sus demandas y que la postura oficial sigue siendo cerrada.
El Ejecutivo, por su parte, los ha llamado a regresar a clases y concluir el ciclo escolar 2024-2025 sin contratiempos, mientras continúan las negociaciones. El llamado, sin embargo, no ha sido suficiente para disolver el movimiento, que mantiene su presencia en el Zócalo y sus exigencias firmes.
A pesar de los desacuerdos, Sheinbaum se mantiene firme en su enfoque: evitar la confrontación y resolver por la vía política, no por la fuerza. En un país donde históricamente los conflictos con el magisterio se han abordado con toletes o gas lacrimógeno, este viraje —si se sostiene— podría marcar una nueva forma de gestionar la protesta social desde el poder. Falta ver si el tiempo y las negociaciones alcanzan para que esta estrategia dé resultados.
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