San Lázaro busca equilibrio: acuerdo unánime rumbo a la Mesa Directiva

Por Bruno Cortés

La política mexicana tiene sus rituales de incertidumbre y sus respiros de institucionalidad. Este lunes en San Lázaro, Ricardo Monreal Ávila, presidente de la Junta de Coordinación Política (JUCOPO), salió a los reflectores para anunciar algo que pocas veces se escucha en la Cámara: unanimidad. En conferencia de prensa, acompañado de los líderes parlamentarios, el morenista confirmó que todos los grupos acordaron postergar la definición de la Mesa Directiva, dar paso al informe de gobierno y mantener la gobernabilidad del recinto. Un respiro en medio de un Congreso que suele vivir de la confrontación.

“Vamos a resolverlo dentro de cinco días”, dijo Monreal, con ese tono entre institucional y calculado que lo caracteriza. La frase puede sonar a plazo extendido para unos, pero en política es casi un lujo que las diferencias no se conviertan en crisis. El acuerdo alcanzado busca precisamente eso: evitar que la disputa por la presidencia paralice al Congreso.

El anuncio se acompaña de un gesto político importante: el respeto a la legalidad que establece que la Mesa Directiva corresponde al PAN. En un país acostumbrado a ver cómo la ley se dobla al calor de los intereses, el compromiso de respetar esa regla es, en sí mismo, un mensaje positivo. Monreal subrayó que no se trata de imposiciones ni de presiones, sino de acuerdos que reflejan apertura y pluralidad.

No es casualidad que el primer acuerdo de esta legislatura haya sido leer en el Pleno un punto de consenso para garantizar institucionalidad. En tiempos de polarización, arrancar con un voto unánime es casi una anomalía, pero una anomalía que México agradece. Que los coordinadores parlamentarios se hayan sentado a pactar sin recurrir al show mediático es, aunque breve, un triunfo de la política sobre el espectáculo.

El diputado recordó además que el día siguiente se recibirá el informe de gobierno en voz de la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez. Cada grupo fijará su postura, como dicta la tradición parlamentaria. La diferencia es que, en esta ocasión, lo harán bajo un acuerdo que busca blindar la sesión de cualquier intento de ruptura.

El humor negro de los pasillos no tardó en aparecer: algunos legisladores comentaban que en México se pueden tardar meses en resolver un conflicto, pero aquí al menos se fijó un plazo de cinco días. Una ironía que refleja la paradoja nacional: la lentitud institucional suele ser disfrazada de prudencia, y a veces la prudencia es lo único que mantiene en pie a las instituciones.

Más allá de las bromas, el acuerdo muestra un esfuerzo de los líderes parlamentarios por dar certidumbre. Monreal lo resumió con su sello: “México lo merece”. Y aunque la frase pueda sonar a eslogan reciclado, en esta ocasión el contexto la hace menos hueca: que todas las fuerzas políticas se alineen para evitar un vacío de poder en la Cámara es, al menos, un mensaje de madurez.

El balance, por ahora, es positivo. No hay Mesa Directiva todavía, pero sí un Congreso que logró un consenso inicial para mantener la gobernabilidad. En una política mexicana que suele ser adicta al conflicto, arrancar con acuerdos unánimes es un lujo. Y aunque el desenlace se resolverá en cinco días, el simple hecho de que la negociación no se haya roto en el camino ya es, en sí mismo, una victoria para la institucionalidad.

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