Qué comen los centenarios: los secretos de la longevidad en la mesa

Alcanzar los cien años en forma no es obra del azar: la alimentación diaria resulta un factor decisivo. Diversas investigaciones científicas, recopiladas por New Scientist, confirman que las elecciones en la mesa influyen directamente en la esperanza de vida y en la calidad con la que se llega a la vejez.

El equipo de Lars Fadnes, de la Universidad de Bergen, analizó datos globales y concluyó que las dietas occidentales —ricas en carnes rojas y procesadas, azúcares, lácteos y cereales refinados, pero pobres en granos integrales, frutas, verduras, nueces y pescado— están vinculadas con 11 millones de muertes prematuras al año. Por el contrario, quienes adoptan un patrón alimenticio basado en cereales integrales, frutas, verduras, legumbres, frutos secos y pescado pueden sumar hasta una década más de vida.

Los centenarios alrededor del mundo coinciden en la importancia de la moderación. Jeanne Calment, la persona más longeva de la historia, destacaba el aceite de oliva, el chocolate y un vaso ocasional de oporto; mientras que Maria Branyas Morera, fallecida a los 117 años, atribuía su vitalidad al consumo diario de yogur. Más allá de las anécdotas, los estudios muestran patrones comunes: menor ingesta de sal y alcohol, y preferencia por alimentos frescos y naturales.

Una investigación liderada por Zhaoli Dai-Keller en Asia oriental, Australia y Europa occidental reveló que quienes superan los 95 años suelen mantener dietas equilibradas, con abundancia de vegetales, pescado y legumbres, además de un bajo consumo de alcohol. Otro hallazgo clave es el peso corporal: el sobrepeso leve parece favorecer la funcionalidad diaria en la vejez, mientras que el bajo peso incrementa el riesgo de deterioro.

El análisis a gran escala de Anne-Julie Tessier y Marta Guasch-Ferré, de la Escuela de Salud Pública de Harvard, con más de 105 mil personas seguidas durante tres décadas, confirmó que solo un 10% alcanzó un envejecimiento saludable. La mayoría compartía un denominador común: una dieta mediterránea desde la mediana edad.

En conclusión, los estudios coinciden en que los pilares de la longevidad son una dieta rica en frutas, verduras, granos integrales, legumbres, frutos secos y pescado; el consumo moderado de sal y alcohol; y el mantenimiento de un peso estable. En otras palabras, lo que se elige a diario en la mesa puede marcar la diferencia entre una vejez frágil o una vida larga y saludable.

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