Por Bruno Cortés
Aunque en México el esquema de vacunación ha sido históricamente un pilar en la prevención de enfermedades, hay un virus que sigue pasando de largo en las políticas públicas, a pesar de que afecta a la mayoría de niños y niñas antes de cumplir los dos años. Se trata del Virus Respiratorio Sincicial (VRS), causante principal de bronquiolitis y hospitalizaciones respiratorias en menores, y que, aunque ya tiene vacuna disponible, aún no forma parte del calendario oficial del sistema de salud.
Por eso, la diputada Fátima Almendra Cruz Peláez, del Partido Verde, está impulsando una iniciativa para cambiar eso. ¿Qué propone? Que se reforme la Ley General de Salud —en concreto, el artículo 134— para que el control y la prevención del VRS sean parte obligatoria de la atención materno-infantil. Esto implicaría que la Secretaría de Salud y los gobiernos estatales tomen cartas en el asunto y comiencen a vacunar de manera sistemática contra este virus, sobre todo a mujeres embarazadas.
¿Por qué a ellas? Porque está comprobado que al vacunarlas, se protege a sus bebés durante los primeros meses de vida, justo cuando son más vulnerables. De hecho, según datos incluidos en la iniciativa, el 90% de las hospitalizaciones por bronquiolitis en menores de dos años están relacionadas con el VRS. Y las consecuencias no son cualquier cosa: neumonía, insuficiencia respiratoria, lesiones renales… y en casos graves, la muerte.
Aunque ya hay registro sanitario en México para esta vacuna y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) la recomienda, todavía no forma parte de las vacunas que se aplican a las embarazadas en el país. Actualmente, sólo se les administran las de tétanos, difteria, tos ferina, influenza y COVID-19.
Según la diputada, si el Estado mexicano vacunara al 60% de las embarazadas durante todo el año, se podrían evitar más de 15 mil hospitalizaciones, 11 mil visitas médicas y salvar más de 170 vidas infantiles. Y no solo se trata de salud: también se estima un ahorro económico superior a los mil 700 millones de pesos al año en atención médica, recursos que podrían usarse en otras necesidades urgentes del sistema de salud.
Esta propuesta ya fue turnada a la Comisión de Salud y, si avanza, podría marcar un parteaguas en cómo el país responde a las enfermedades respiratorias en la infancia. Porque no se trata de inventar el hilo negro, sino de actualizar el esquema nacional de vacunación con base en la ciencia y en lo que ya se sabe que funciona.
En un país donde muchas veces la atención médica llega tarde, prevenir sigue siendo más barato —y más justo— que curar. Esta iniciativa, aunque técnica en su forma, va directo a lo que más importa: proteger a las niñas y niños desde el vientre materno y fortalecer un sistema de salud que no solo cure, sino que también anticipe.
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