Premio a las letras mexicanas: cuando el Congreso también escribe cultura

Por Bruno Cortés

 

Aunque solemos asociar la Cámara de Diputados con debates intensos, leyes y grillas partidistas, de vez en cuando hay buenas noticias que no tienen nada que ver con el presupuesto ni con reformas constitucionales. Una de esas raras pero valiosas excepciones es el premio «Excelencia en Letras de Humanidad 2025», que será entregado en octubre próximo por la Junta de Coordinación Política de la LXVI Legislatura, en colaboración con el Instituto Cervantes.

Este premio forma parte del programa cultural de la Cámara de Diputados, impulsado por el diputado Ricardo Monreal Ávila, presidente de la Junta de Coordinación Política. ¿Qué tiene de especial? Que por primera vez desde San Lázaro se dará un reconocimiento oficial, con todo el peso del Poder Legislativo, a una figura mexicana de las letras. Ya sea en poesía, ensayo o narrativa, el objetivo es claro: celebrar a quienes han enriquecido el idioma español con su obra y han llevado el nombre de México por el mundo a través de las palabras.

Aliza Chelminsky, secretaria de Servicios Administrativos y Financieros de la Cámara, fue quien presentó el proyecto de forma oficial, y lo hizo nada menos que acompañada de Luis García Montero, director del Instituto Cervantes. Este último no es un funcionario cualquiera: es un poeta reconocido y figura clave en la defensa y promoción del español a nivel internacional.

La mecánica del premio será bastante cuidada. De aquí a octubre se lanzará una convocatoria por invitación, dirigida a instituciones culturales nacionales con trayectoria y vocación literaria. Ellas propondrán a las y los candidatos, y un jurado —del que también formará parte el Instituto Cervantes— elegirá a la persona galardonada. No se busca premiar por moda o popularidad, sino a alguien con trayectoria, influencia y obra consolidada, como explicó Tania Hernández Cervantes, una de las responsables del programa cultural de la Cámara.

Más allá del reconocimiento, lo interesante del proyecto es la intención de internacionalizar el premio. García Montero ya adelantó que, después de entregarse en México, el galardón podría tener su eco en Madrid, en una ceremonia organizada por el Instituto Cervantes y su red mundial de centros. Esto no solo pondría los reflectores internacionales sobre la figura premiada, sino que colocaría a México como referente literario del mundo hispanohablante, cosa que por méritos no nos falta.

Como señaló el director del Centro Cultural de España en México, David Ruiz López-Prisuelos, este tipo de proyectos son una muestra de que la relación cultural entre México y España vive un gran momento. Y más allá de las tensiones diplomáticas ocasionales, el lenguaje compartido y la producción literaria son puentes sólidos que conectan nuestras historias.

Este premio también confirma algo que vale la pena repetir: la cultura no es un adorno, es una política pública. Y que el Congreso se tome en serio su papel como impulsor de iniciativas culturales no solo le da otra cara más humana y cercana, también ayuda a democratizar el acceso a lo mejor del pensamiento y la creación nacional.

Así que sí, por una vez, el foco en San Lázaro no está en el debate o el encono, sino en algo que nos une y nos enriquece: la literatura. Y eso, sin duda, también es hacer patria.

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