Por Bruno Cortés
Mientras en la Cámara de Diputados se discuten presupuestos, reformas y a veces hasta se arman los jaloneos entre bancadas, también hay momentos en los que se para el reloj político para hablar de algo más profundo: las ideas que han moldeado al país. Así empezó el seminario “Cinco Siglos de Humanismo Mexicano”, organizado por el Espacio Cultural San Lázaro en coordinación con la UNAM, un encuentro donde se explora cómo el pensamiento humanista ha influido en la historia, la cultura y hasta en la política de México.
Puede sonar lejano eso del “humanismo”, pero no lo es. Este seminario no se queda en teorías complicadas ni en libros viejos: parte de lo que se plantea es cómo las ideas que surgieron desde hace más de 500 años siguen afectando temas de hoy como la justicia social, el sistema educativo o la reforma judicial. Es, en pocas palabras, un espacio para pensar cómo cambiar el país desde lo más básico: cómo vemos al ser humano y cómo tratamos a los demás.
El director del Espacio Cultural, Elías Robles Andrade, fue muy claro al explicar que el humanismo mexicano es relevante para la discusión pública actual. Y es que hablar de derechos, de pluralidad cultural o de ética pública no son cosas solo de intelectuales; tienen que ver con cómo funcionan nuestras leyes, nuestras escuelas y hasta nuestros servicios de salud.
Durante la inauguración, Aliza Klip Moshinsky, quien forma parte de la estructura administrativa de la Cámara, recordó que el humanismo ha sido guía y también campo de disputa en nuestra historia. Desde los debates coloniales sobre la dignidad de los pueblos originarios hasta las luchas de los movimientos indígenas, la Revolución y la influencia del exilio español. El pensamiento humanista no solo es teoría: ha sido parte de cada momento donde se ha buscado justicia o igualdad en este país.
Otro de los ponentes, el profesor Enrique Esquivel, destacó que el Espacio Cultural San Lázaro se ha convertido en un puente entre el Congreso y la academia, un lugar donde se cruzan ideas filosóficas con el conocimiento práctico y multidisciplinario. Porque entender qué es el humanismo no se trata de memorizar autores, sino de ver cómo esas ideas ayudan a enfrentar realidades duras como la desigualdad o la exclusión.
El doctor Ambrosio Velasco, uno de los filósofos más reconocidos de la UNAM, dio quizá el mensaje más fuerte del día: el humanismo mexicano es un pensamiento de contrapoder. ¿Qué significa eso? Que desde sus orígenes, esta corriente se ha dedicado a cuestionar la autoridad, la opresión y cualquier forma de imposición, ya sea política, cultural o religiosa. No se trata de rebelarse por rebelarse, sino de pensar con libertad, de entender otras formas de saber y de defender la pluralidad.
Velasco también subrayó que el humanismo en México siempre ha sido transdisciplinario y profundamente crítico. Y recordó cómo, desde el siglo XVI, los pueblos indígenas fueron capaces de absorber conocimientos occidentales sin renunciar a lo propio, creando un pensamiento híbrido, resistente y profundamente mexicano.
El seminario tiene cuatro sesiones a lo largo de junio, dos híbridas y dos virtuales. Al final, quienes participen recibirán constancia, pero más allá del papel, lo valioso es lo que se pone en juego: la idea de que pensar distinto también es hacer política, y que rescatar nuestras tradiciones intelectuales no es nostalgia, es una forma de construir un futuro más justo e incluyente. En tiempos de grilla constante, un poco de reflexión no cae nada mal.
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