Nadar es saludable, pero esto es lo que debes saber sobre las bacterias en las piscinas

La natación es uno de los pasatiempos más antiguos y completos de la humanidad. Desde hace milenios, el ser humano ha disfrutado de nadar, y hoy es una de las actividades físicas más recomendadas por sus beneficios cardiovasculares y su bajo impacto en las articulaciones. Sin embargo, aunque nadar es, en general, muy saludable, las piscinas pueden ser fuente de infecciones si no se mantienen adecuadamente.

Las primeras piscinas de las que se tiene registro datan del año 3000 a. C., cuando en el valle del Indo se construyó la piscina más antigua conocida. Fue hasta finales del siglo XIX cuando las piscinas comenzaron a popularizarse en Europa y, posteriormente, en el resto del mundo, lo que trajo consigo el reto de mantenerlas limpias y seguras.

Hoy en día, el agua de las piscinas, especialmente las públicas, puede albergar diversos microorganismos si no se realizan los controles adecuados. Aunque el uso de cloro es efectivo para eliminar la mayoría de bacterias y virus, existen algunas excepciones que pueden representar riesgos para la salud.

Uno de los principales problemas en las piscinas es el criptosporidio, un parásito resistente al cloro que puede causar infecciones gastrointestinales que duran hasta dos semanas. Este microorganismo puede entrar en la piscina a través de accidentes fecales o del contacto con restos en el cuerpo de los bañistas. Los síntomas incluyen diarrea, dolor abdominal y vómitos, y aunque suelen resolverse solos en personas sanas, pueden ser más graves en niños, adultos mayores y personas inmunodeprimidas.

Mujer en traje de baño saliendo de una piscina

Además del criptosporidio, otras bacterias como el estafilococo pueden afectar la piel, y la legionela, presente en el vapor de las piscinas, puede causar infecciones respiratorias. También es posible contraer el conocido «oído de nadador», una infección común tras la exposición prolongada al agua. En los vestuarios, donde el ambiente cálido y húmedo favorece la proliferación de hongos, es fácil adquirir infecciones cutáneas.

La cantidad de agua que ingerimos al nadar puede parecer mínima, pero estudios realizados en Estados Unidos han demostrado que los adultos tragan, en promedio, 21 mililitros de agua por hora, mientras que los niños ingieren hasta 49 mililitros por hora. Esto aumenta la posibilidad de contraer infecciones, especialmente cuando las piscinas están más concurridas.

A pesar de estos riesgos, es importante destacar que los brotes de enfermedades en piscinas bien mantenidas son poco frecuentes. La desinfección con cloro sigue siendo una medida efectiva, siempre que los niveles de pH y cloro se encuentren dentro de los rangos adecuados. Además, las normativas de mantenimiento varían entre países, pero en todos los casos se insiste en la importancia de la vigilancia continua, especialmente en las horas de mayor afluencia.

Un dato interesante es que el fuerte olor a «cloro» que suele percibirse en las piscinas no proviene directamente del cloro, sino de las cloraminas, compuestos que se generan cuando el cloro reacciona con el sudor, la orina y otros fluidos corporales. Este olor es, de hecho, una señal de que el agua está reaccionando con contaminantes, y su inhalación puede irritar ojos, garganta y, en casos prolongados, afectar a la salud respiratoria.

Para minimizar los riesgos al nadar, las recomendaciones básicas incluyen ducharse antes de entrar a la piscina, evitar tragar agua, alertar al personal ante cualquier incidente de contaminación, y procurar nadar en horarios de menor afluencia. También es importante que los operadores de las piscinas mantengan una vigilancia estricta sobre los niveles de cloro y realicen limpiezas periódicas.

Aunque nadar en aguas abiertas como ríos, lagos o el mar también conlleva sus propios riesgos sanitarios, las piscinas con buen mantenimiento ofrecen un espacio seguro para disfrutar de este saludable pasatiempo. Los expertos coinciden en que los beneficios de la natación superan con creces los riesgos, siempre que se adopten las precauciones adecuadas.

Así que, la próxima vez que te sumerjas en una piscina, no olvides ducharte antes, sigue las reglas de higiene y disfruta de un chapuzón sin preocupaciones.

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