Por Juan Pablo Ojeda
En medio de la polémica por la convocatoria a un periodo extraordinario en el Congreso de la Unión, el senador Ricardo Monreal Ávila —coordinador de Morena y presidente de la Jucopo— salió a defender, con Constitución en mano, que no hay ninguna irregularidad en legislar de manera urgente… aunque no haya dictámenes listos.
¿Y por qué esto genera ruido? Porque la oposición, especialmente PAN y PRI, asegura que no se vale meter al Congreso a discutir temas delicados sin un dictamen previo —es decir, sin el documento que resume y propone cómo cambiar una ley. Pero Monreal tiene otra lectura: lo que dice la ley es que lo importante es que los temas estén claramente definidos en el decreto de convocatoria. Punto. El dictamen puede construirse durante el periodo extraordinario, si el tema lo amerita.
En palabras simples: si hay un tema urgente o relevante, el Congreso puede reunirse de manera extraordinaria para empezarlo a discutir y votarlo, incluso si no está “cocinado” del todo. Según Monreal, eso no solo es legal, sino necesario. Y pone ejemplos: en 2020, se aprobaron reformas del T-MEC en un extraordinario sin dictámenes formales, utilizando las reglas internas del Senado y su reglamento.
Monreal no lo dijo entre líneas: acusó que quienes rechazan el periodo extraordinario bajo el argumento de “no hay dictámenes” en realidad están apostando a frenar el proceso legislativo. Según él, es una forma de obstrucción disfrazada de legalismo.
Además, dejó claro que este periodo extraordinario busca tratar asuntos estratégicos como la transformación del Poder Judicial, las leyes secundarias de reformas recientes y temas clave como telecomunicaciones, transporte o competencia. Y para él, no discutirlos es irresponsable, sobre todo si ya hay respaldo político y una demanda social evidente.
Lo que Monreal está planteando, con lenguaje parlamentario pero fondo político, es que el Congreso no puede quedarse pasmado cuando hay temas urgentes. Que la ley sí permite legislar sin dictámenes previos si el Pleno lo acuerda y hay justificación. Y que negarse a hacerlo, en realidad, podría ir contra los derechos ciudadanos y la obligación del Congreso de actuar con eficacia y en beneficio del país.
En resumen: para Morena y su líder en el Senado, el periodo extraordinario no solo es legal, sino indispensable. Y no tener los dictámenes listos no es excusa para quedarse cruzados de brazos. ¿Riesgo o agilidad legislativa? Esa es la pregunta que divide hoy a la política mexicana.
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