¿Te has preguntado alguna vez por qué en México las policías parecen no estar bien coordinadas, o por qué en algunos estados las reglas cambian dependiendo de quién manda? Pues resulta que eso no es casualidad: durante años, la seguridad pública en nuestro país ha estado fragmentada, improvisada y, muchas veces, abandonada. Así lo plantea el diputado Ricardo Monreal, líder de Morena en el Congreso, quien asegura que eso está por cambiar.
Monreal está convencido de que México está entrando en una nueva etapa en materia de seguridad, con una reforma que no solo ajusta leyes, sino que pone orden de fondo en todo el sistema. ¿Qué significa eso en palabras simples? Que por fin se dejará de “simular” profesionalismo en los cuerpos de seguridad, y se empezará a formar de verdad a quienes nos cuidan.
Uno de los cambios más importantes que trae esta reforma a la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública es la creación de la Academia Nacional de Seguridad Pública, una institución encargada de entrenar a policías, fiscales, personal penitenciario y demás funcionarios relacionados con el tema, todos bajo los mismos criterios y estándares. Es decir, ya no habrá policías improvisados o fiscales que aprendieron “sobre la marcha”.
Y aquí es donde se pone interesante: la idea es formar personas con preparación técnica, pero también con valores humanos, algo que, según Monreal, ha sido una deuda histórica. “No se trata solo de aplicar la ley, sino de respetar a la gente y proteger su dignidad”, dijo. Es un enfoque distinto al que se vivió durante el llamado “periodo neoliberal”, cuando, según el legislador, cada estado hacía lo que podía con lo que tenía y sin una estrategia nacional clara.
La reforma impulsada por la presidenta Claudia Sheinbaum también obliga a todas las policías y fiscalías del país a cumplir con ciertos requisitos mínimos: tener academias propias, servicios periciales, atención a víctimas y mecanismos de evaluación tanto para su personal como para sus instituciones. Todo esto busca eliminar las enormes diferencias que hay entre una corporación en Baja California y otra en Oaxaca, por ejemplo.
Además, con estas nuevas reglas se sabrá exactamente cuántos policías hay, en qué condiciones trabajan, si tienen prestaciones, si están capacitados o no, y bajo qué estructura operan. Es decir, la idea es profesionalizar la seguridad desde los cimientos.
En resumen, la apuesta del Congreso y del gobierno federal es clara: acabar con las improvisaciones, hacer que quienes porten un uniforme realmente estén formados y que, más allá de aplicar protocolos, sean servidores públicos con vocación, disciplina y respeto por los derechos humanos.
Monreal lo resume bien: “No es una actualización más. Es una transformación profunda”. Y para un país que ha sufrido tanto por la inseguridad, quizá ya era hora de dejar de parchar el sistema y empezar a construirlo bien desde el principio.
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