Monreal abre el camino a la reforma electoral por consenso

Por Bruno Cortés

 

En la política mexicana, pocas cosas levantan tanto polvo como una reforma electoral. Y si alguien sabe cómo moverse en ese terreno espinoso es Ricardo Monreal Ávila, coordinador de Morena en el Senado y presidente de la Junta de Coordinación Política (Jucopo). Esta vez, Monreal lanzó un mensaje claro: la reforma viene, pero apenas estamos arrancando, sin borradores, sin acuerdos previos, con todo por construir y con la firme intención de que sea por consenso.

En declaraciones a medios, Monreal fue enfático: no hay nada escrito aún, pero el tema está sobre la mesa y es urgente, sobre todo si se quiere fortalecer la democracia y los órganos electorales sin caer en imposiciones. “Partimos de cero”, dijo, y por eso lo ideal es que todos los partidos participen en este proceso, cada quien con su propuesta, pero con miras a lograr un documento común.

El que va a encabezar este proceso, según anunció la presidenta Claudia Sheinbaum, será Pablo Gómez Álvarez, histórico político de izquierda, legislador de muchas batallas y —en palabras de Monreal— un hombre con “autoridad moral, conocimiento jurídico y honestidad comprobada”. Y eso no es poca cosa en un tema tan delicado como el electoral.

La idea, según detalló Monreal, es que Gómez coordine una serie de foros en todo el país, donde no solo participen especialistas y legisladores, sino también la ciudadanía en general. La lógica es clara: si el nuevo sistema electoral va a definir cómo se eligen nuestros gobiernos, lo mínimo es que se escuche a quienes votan. Nada de reformas entre élites ni de fast tracks.

En cuanto al contenido de la reforma, ya hay algunos temas sobre la mesa: menos dinero para los partidos políticos, menos gasto en elecciones, y una nueva fórmula para la representación proporcional, que permita reflejar mejor la voz de las minorías sin desaparecerlas. En resumen, se busca un sistema más austero, pero también más justo y representativo.

Monreal también fue cuidadoso en aclarar que esta reforma no puede ser una iniciativa preferente, es decir, no puede entrar al Congreso con trámite exprés al inicio del nuevo periodo legislativo, porque se trata de una modificación constitucional. Eso significa que requerirá tiempo, negociación y, sobre todo, acuerdos amplios. Las reformas constitucionales, como bien explicó, no se aprueban por mayoría simple. Se necesita mayoría calificada y eso obliga a sentarse a dialogar.

Uno de los puntos que destacó es que no se trata de desaparecer los famosos «pluris» —los diputados y senadores que no llegan por voto directo, sino por representación proporcional— sino de repensar cómo se eligen, cómo se distribuyen y cómo garantizar que las minorías políticas sigan teniendo voz.

Monreal cerró con una frase que resume bien el espíritu de este arranque: “es clave para el futuro de la democracia en el país”. Porque, al final, más allá de tecnicismos, lo que está en juego es cómo elegimos a quienes nos gobiernan, cuánto cuesta hacerlo y si las reglas son claras y parejas para todos.

Lo que sigue es esperar la convocatoria oficial de los foros, la participación de todos los partidos y que el Congreso no se quede en el debate político de siempre, sino que se abra a una reforma electoral que, esta vez, nazca del consenso y no de la imposición. Porque, como dijo Monreal, se parte de cero… pero se apunta alto.

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