Por Bruno Cortés
En tiempos donde el mundo anda de cabeza —conflictos geopolíticos, inflación que va y viene, y cadenas de suministro medio rotas— México y China decidieron no solo mantener su relación, sino reforzarla. Así lo dejó claro el diputado Edén Garcés Medina, de Morena, tras sostener una reunión con una delegación legislativa del gigante asiático.
Según contó en conferencia de prensa, el encuentro fue de esos que no hacen mucho ruido en redes, pero que en el fondo tienen peso. ¿Por qué? Porque se trató de un intercambio entre legisladores de ambos países que están empujando la diplomacia parlamentaria, esa herramienta que no sale en las noticias todos los días pero que sirve para tender puentes, abrir oportunidades y coordinar agendas legislativas que pueden traducirse en acuerdos concretos.
Garcés lo dijo sencillo: el contexto global está complicado, pero la relación histórica entre México y China sigue firme, y hay intención de fortalecerla más. Estaban él, la diputada Mónica Fernández y un legislador chino de apellido Ho —que, según comentó, tiene un cargo equivalente al de ellos en el Congreso de su país—. Platicaron sobre cómo ambos pueblos han sabido mantenerse en pie frente a la incertidumbre global, y sobre cómo pueden seguir colaborando desde sus respectivos parlamentos.
Aunque el Congreso mexicano está fuera de su periodo formal de sesiones, el diputado dejó en claro que los trabajos no paran. Los legisladores siguen moviéndose en comisiones, revisando leyes y también dándole con todo a este tipo de encuentros bilaterales. Porque sí, aunque a veces no se ve, la diplomacia también se hace entre diputadas y diputados, más allá de las embajadas.
Y mientras allá afuera los grandes países se pelean por liderazgos globales o por quién vende más chips y baterías, México se mueve con inteligencia, buscando con quién hacer equipo en el mediano y largo plazo. En ese sentido, China es clave: porque aunque no compartimos sistema político, sí compartimos intereses económicos, comerciales y hasta educativos.
¿En qué puede terminar todo esto? En acuerdos para facilitar inversiones, intercambios académicos, cooperación tecnológica o incluso mejores condiciones para nuestras exportaciones. Pero antes de todo eso, se necesita algo básico: diálogo. Y justo eso es lo que están construyendo estos legisladores, a nombre de sus países.
Así, sin reflectores ni discursos rimbombantes, México va tejiendo relaciones que pueden rendir frutos más adelante. Porque cuando se trata de política exterior, no todo se cocina en Palacio Nacional: también en el Congreso se mueven las piezas.
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