Por Juan Pablo Ojeda
La Selección Mexicana Sub 17 vivió una noche para el olvido y quedó eliminada del Mundial tras caer 5-0 ante Portugal en los octavos de final. El marcador fue duro, pero la forma en que se construyó la derrota fue todavía más dolorosa: errores puntuales, desconcentración y una expulsión tempranera que dejó al Tri sin piso desde muy temprano.
El partido se complicó apenas al minuto 15, cuando José Navarro cometió una barrida innecesaria dentro del área. El árbitro señaló penal sin dudar y Rafael Quintas lo convirtió con calma, un golpe que dejó al equipo desubicado y sin capacidad de reacción. Pero lo peor vendría después. Al 33’, tras revisar el VAR, el silbante mostró la tarjeta roja a Navarro por un codazo absurdo que no tenía razón de ser. México se quedó con diez y con el ánimo por los suelos.
La escena de Navarro saliendo entre frustración y tristeza fue el reflejo de un equipo que se desfondó mentalmente. Con inferioridad numérica, el Tri quedó a merced de un rival que no perdona. Apenas iniciada la segunda parte, un error en medio campo dejó mal parada a la defensa mexicana y Anisio puso el 2-0 al 47’. Ahí se rompió cualquier intento de reacción.
Portugal olió sangre y apretó hasta cerrar la goleada. Martim Guedes empujó el tercero al 81’ y Mateus Mide, figura absoluta del partido, asistió también para el cuarto, anotado por Miguel Figueiredo. El quinto llegó al 85’, cuando Yoan Pereira aprovechó una zaga ya rendida para firmar el 5-0 definitivo.
La frustración terminó por desbordarse del todo cuando Santiago López, portero del Tri, empujó a un rival y vio la tarjeta roja. México terminó el partido con nueve futbolistas y sin respuestas, despidiéndose de un torneo donde nunca pudo encontrar su mejor versión.
La derrota no solo elimina al Tri, también deja una serie de lecciones duras sobre manejo de partido, disciplina y mentalidad, temas que deberán revisarse a fondo si se quiere recuperar el rumbo en las categorías menores.
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