La temporada de ciclones tropicales en el Pacífico mexicano ha tenido un inicio inusualmente activo. En junio se formaron seis ciclones con nombre en la cuenca del Pacífico Nororiental, algo poco común e incluso con potencial para convertirse en un registro histórico. Uno de ellos, el huracán Erick, alcanzó la categoría 4 e impactó directamente el extremo poniente de Oaxaca, cerca de los límites con Guerrero. Con este ritmo, los meteorólogos estiman que entre uno y tres ciclones adicionales podrían desarrollarse durante el mes de julio.
Aunque los ciclones seguirán formándose frente a las costas mexicanas, la mayoría no representa una amenaza directa para el territorio. Esto se debe principalmente a la presencia de un extenso anticiclón que se proyecta desde el Atlántico hacia el Golfo de México y el centro-oriente del país. Este sistema atmosférico tiene un doble efecto: reduce las lluvias y, al mismo tiempo, desvía o bloquea el acercamiento de tormentas tropicales y huracanes.
A pesar de la inminente llegada de la Canícula –una temporada caracterizada por la disminución de lluvias y un repunte de calor entre julio y agosto–, las precipitaciones no desaparecerán por completo. Se esperan episodios de lluvias fuertes intercalados con periodos secos, especialmente en el occidente, centro, sur y oriente del país. La humedad proveniente del Pacífico continuará ingresando al territorio, alimentada por ondas tropicales y los remanentes de los ciclones que, aunque no toquen tierra, favorecerán lluvias significativas.
Actualmente, la perturbación 96E avanza frente a las costas del Pacífico mexicano con potencial de convertirse en ciclón tropical al inicio de la próxima semana. Por ahora, los modelos indican que se mantendrá lejos de tierra firme, aunque contribuirá a generar lluvias en estados del centro, sur y occidente. Si se desarrolla otro ciclón después de este, los nombres asignados serían Gil y, posteriormente, Henriette, pero hasta ahora no se proyecta que ninguno represente un peligro directo.
Es importante recordar que, aunque las trayectorias de los ciclones pueden cambiar, la estadística climatológica muestra que durante julio y la primera mitad de agosto es poco común que los sistemas formados en el Pacífico impacten directamente a México. Por el contrario, en esta etapa de la temporada, la mayor atención suele concentrarse en el Caribe y el Golfo de México, donde las condiciones son más propicias para la entrada de ciclones, como sucedió con el huracán Grace en 2021.
En los próximos 10 a 15 días, las lluvias más intensas se concentrarán en Sonora, Chihuahua, Sinaloa, Durango, Nayarit, Jalisco, Colima, Michoacán, Guanajuato, Estado de México, Guerrero, Morelos, Ciudad de México, Oaxaca, Veracruz y Chiapas. En estas regiones, especialmente en las zonas montañosas, se esperan acumulados de entre 200 y 350 milímetros, lo que ayudará a refrescar el ambiente pero también podría provocar afectaciones urbanas, como inundaciones o deslaves.
En menor medida, pero con lluvias aún significativas, se espera que estados como Coahuila, Nuevo León, San Luis Potosí, Zacatecas, Querétaro, Hidalgo, Puebla, Tlaxcala, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo registren acumulados de 50 a 150 milímetros.
La vigilancia debe mantenerse activa, ya que la trayectoria e intensidad de los ciclones pueden variar rápidamente. Si bien por ahora no se anticipan impactos directos, la presencia constante de sistemas tropicales frente a las costas mexicanas seguirá aportando humedad y lluvias importantes en diversas regiones del país durante las próximas semanas.
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