La temporada de lluvias en México ha comenzado con fuerza inusual, marcada por la llegada del huracán Erick —de categoría mayor— que tocó tierra entre Oaxaca y Guerrero en la madrugada. Su impacto no solo se ha dejado sentir en forma de intensas precipitaciones y vientos extremos en estas entidades, sino que también ha activado una cadena de sistemas meteorológicos que están generando un temporal lluvioso de gran escala. La interacción del huracán con una vaguada en el Golfo de México y la activación del Monzón Mexicano ha provocado un escenario sin precedentes, en el que más del 70 % del territorio nacional se verá afectado por lluvias torrenciales en los próximos días.
Mientras Erick comienza a disiparse lentamente al avanzar hacia el noroeste, su humedad remanente se combina con la vaguada y el monzón, extendiendo las lluvias no solo por el sur y occidente, sino también hacia regiones del Altiplano, la Sierra Madre Occidental y la Huasteca. Este fenómeno está trayendo consigo precipitaciones que oscilan entre los 70 y 150 milímetros, con acumulados puntuales de hasta 500 mm, sobre todo en zonas costeras del Pacífico. En estados como Nayarit, Jalisco, Colima, Michoacán, Oaxaca, Guerrero, Veracruz y San Luis Potosí, se esperan los impactos más intensos, con riesgo de inundaciones, deslizamientos de tierra y cortes de energía eléctrica.
El pronóstico para el fin de semana anticipa que este patrón lluvioso persistirá, abarcando entidades del norte como Chihuahua, Durango, Zacatecas, Nuevo León y Coahuila, así como zonas del centro y oriente, incluyendo el Valle de México, Puebla, Hidalgo y Querétaro. Aunque las precipitaciones en estas regiones podrían ser menores en comparación con la costa, aún podrían alcanzar valores significativos de 50 a 150 mm, lo que aumentará el riesgo de afectaciones urbanas.
Paradójicamente, este gran temporal trae también beneficios importantes. El más destacado es la reducción drástica de la sequía en el norte y centro del país, donde el déficit hídrico había alcanzado niveles preocupantes. La captación de agua en presas, el reverdecimiento de la vegetación y la regulación térmica que traen las lluvias permitirán un respiro tanto para los ecosistemas como para las actividades agrícolas. Sin embargo, es fundamental recordar que en las ciudades, donde la infraestructura muchas veces no está preparada, las lluvias intensas pueden convertirse en desastres de origen social.
En cuanto a las temperaturas, el panorama será contrastante. Mientras que en el noroeste del país —particularmente en Baja California, Sonora y Sinaloa— el calor extremo persistirá con máximas de hasta 46 °C, el centro-sur y zonas elevadas del país experimentarán un descenso térmico notorio. El Altiplano se mantendrá fresco, con temperaturas entre 15 y 25 °C, mientras que las costas y regiones del Golfo y el sureste rondarán entre 28 y 35 °C, con ligeros descensos al presentarse las lluvias.
Ante este escenario, las autoridades han emitido recomendaciones para proteger la salud y la seguridad de la población. Se recomienda seguir los avisos oficiales, preparar albergues y refugios temporales en las zonas más vulnerables y contar con impermeables, paraguas y ropa abrigadora ante los contrastes térmicos. También es importante mantenerse alerta por posibles inundaciones, deslaves, caída de árboles o postes, granizadas y crecidas de ríos o arroyos.
La etapa activa de la temporada de ciclones ha comenzado con gran intensidad, y expertos como José Martín Cortés advierten que la presencia del Giro Centroamericano podría seguir generando condiciones adversas en los días venideros. México se enfrenta a una situación compleja: un temporal benéfico y necesario para el equilibrio climático, pero que, en entornos urbanos vulnerables, puede derivar en tragedias si no se actúa con previsión.
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