Por Bruno Cortés
Aunque parezca increíble, en pleno 2025 todavía hay millones de personas que trabajan de pie toda la jornada —sin chance de sentarse ni un momento— solo porque “así es el trabajo”. Pues eso se acabó. Desde ahora, la llamada Ley Silla ya es una realidad en México, y viene con todo: obliga a los empleadores a proporcionar sillas con respaldo a las y los trabajadores para que puedan sentarse mientras hacen sus labores o al menos descansar periódicamente.
La iniciativa fue impulsada por el senador (y ahora diputado) Ricardo Monreal, actual presidente de la Junta de Coordinación Política (Jucopo) en San Lázaro. Y aunque suena a algo básico, es una reforma que viene a corregir una injusticia laboral muy común, especialmente en el comercio, los servicios y algunos sectores industriales. La ley fue aprobada por unanimidad en ambas Cámaras del Congreso y ya entró en vigor tras un periodo de gracia de 180 días para que los patrones se pusieran al corriente.
¿De qué va esta ley? En términos simples: si trabajas en una tienda, en un mostrador, en una oficina o en cualquier lugar donde tu trabajo no exige estar de pie todo el tiempo, ahora tu jefe tiene que darte una silla con respaldo. Y si tu chamba sí requiere estar de pie, como en algunos casos de fábricas o servicios de atención al público, deben habilitar espacios de descanso donde puedas sentarte en tus pausas. Todo esto ya está en la Ley Federal del Trabajo.
Monreal lo dijo claro: esto no es un favor, es un derecho. “Le llamamos comúnmente Ley Silla. Es obligación del empleador proporcionar estas sillas con respaldo durante la jornada laboral. Es un acto de justicia”, expresó en sus redes sociales.
Y no se trata solo de poner una silla por ahí y ya. La ley especifica que debe haber suficientes asientos disponibles, que sean cómodos y con respaldo, y que estén en lugares adecuados dentro del centro de trabajo. También se prevé que los reglamentos internos incluyan los tiempos obligatorios de descanso y el derecho a usar estos asientos. Así, nadie podrá decir que no se puede sentar porque “no está permitido”.
Este tipo de reformas pueden parecer pequeñas, pero hacen una gran diferencia en la vida diaria de millones de trabajadores y trabajadoras. Porque al final del día, tener derecho a sentarse mientras trabajas no debería ser un lujo… sino algo tan lógico como justo.
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