Las emociones fuera de control en la infancia podrían anticipar depresión en la adolescencia

Una nueva investigación realizada por la Universidad de Edimburgo ha identificado una relación clara entre los arrebatos emocionales en la infancia y el desarrollo de trastornos como la ansiedad y la depresión durante la adolescencia. El estudio, publicado en la revista Journal of Affective Disorders, se basó en datos de la Millennium Cohort Study, un proyecto que ha seguido de cerca la vida de unos 19,000 jóvenes británicos nacidos entre 2000 y 2002.

Los investigadores examinaron cuestionarios y entrevistas realizados a padres y profesores cuando los niños tenían 11, 14 y 17 años, enfocándose especialmente en aquellos que, a los siete años, ya mostraban dificultades para manejar sus emociones. Los comportamientos observados incluían cambios de humor repentinos, frustración intensa o sobreexcitación frecuente.

Los resultados fueron contundentes: los niños que presentaban problemas tempranos en la regulación emocional tenían una probabilidad significativamente mayor de experimentar síntomas de depresión o ansiedad durante la adolescencia. Este vínculo persistía incluso al considerar antecedentes de salud mental y comportamiento, lo que indica que la intensidad emocional en los primeros años tiene un efecto duradero en el bienestar psicológico.

Los investigadores subrayan que la adolescencia es una etapa especialmente vulnerable en términos de salud mental. Se estima que uno de cada tres adolescentes enfrenta episodios depresivos y uno de cada cinco lidia con algún tipo de trastorno de ansiedad. Por ello, los autores del estudio enfatizan la importancia de detectar señales de alerta desde edades tempranas para poder intervenir de manera oportuna.

“Los problemas tempranos en la regulación emocional son un precursor de los desafíos de salud mental en la adolescencia”, afirmó la doctora Aja Murray, autora principal del estudio. Angela Hind, directora ejecutiva de la Medical Research Foundation —organización que financió la investigación— destacó que estos hallazgos representan una oportunidad para pasar del enfoque reactivo al preventivo: “Intervenciones tempranas y específicas tienen el poder de cambiar el rumbo de muchas vidas”.

Este estudio representa un llamado a padres, educadores y profesionales de la salud para observar con atención el comportamiento emocional de los niños y actuar desde el inicio, antes de que esas dificultades se conviertan en problemas crónicos durante los años críticos de desarrollo.

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