Por Bruno Cortés
En San Lázaro volvió a sonar fuerte un reclamo que lleva años atorado: la diversidad sexual existe, pero en las políticas públicas del gobierno federal parece que no. La diputada Mónica Elizabeth Sandoval Hernández, del PRI, levantó la voz para denunciar que, mientras el discurso oficial presume inclusión, el Plan Nacional de Desarrollo ni siquiera reconoce las necesidades de las poblaciones LGBTTTIQ+. Es como si millones de personas no estuvieran en el mapa, salvo cuando llega temporada electoral.
Acompañada por activistas y representantes de la comunidad, Sandoval explicó que el problema no es solo de narrativa: es de dinero, de programas y de instituciones. Por ejemplo, alertó que el Programa de Prevención y Atención del VIH está siendo absorbido por otro más amplio —el de Prevención y Control de Enfermedades—, lo que reduce sus indicadores de seguimiento de 13 a apenas dos. En términos prácticos, eso significa menos claridad, menos medición, menos presión al Estado y, sobre todo, menos herramientas para atender un problema de salud que no se puede minimizar. Además, al desaparecer esta ruta especializada quedarán fuera al menos nueve instituciones clave que hoy dan atención y acompañamiento.
La diputada lo dijo sin rodeos: pueden hacer campañas, programas o anuncios, pero sin presupuesto real no hay política pública, solo buenas intenciones. Para ella, lo que está en juego son derechos fundamentales: acceso a salud, medicamentos, prevención y espacios donde las personas de la diversidad sexual puedan ejercer su vida sin ser tratadas como un tema secundario.
También advirtió que la comunidad no permitirá que las marchas del orgullo —que son históricamente actos de resistencia, lucha y memoria— se privaticen o se conviertan en espectáculo comercial. “La diversidad no está sola”, aseguró, recordando que estas manifestaciones nacieron para exigir justicia, no para vender entradas.
En la conferencia habló también Alfredo Jiménez, secretario nacional de Diversidad del PRI, quien reconoció el trabajo de las diputadas Sandoval y Xitlalic Ceja en la defensa del presupuesto para salud y VIH. Pero fue claro al señalar el abandono del oficialismo: a pesar de sus propuestas, la mayoría legislativa ha rechazado sistemáticamente reforzar los programas destinados a la diversidad y a la atención del VIH. Según Jiménez, esto ha provocado recortes, desabasto de medicamentos y un retroceso en derechos humanos. No es un problema reciente, dijo; es una tendencia.
Jiménez llamó a todas las fuerzas políticas a dejar de usar la diversidad como botín político y a comprometerse con una agenda real. La idea es que quienes llegaron al Congreso representando estas causas, las defiendan más allá de los colores partidistas. Porque al final —y éste fue el mensaje que quedó flotando— las personas LGBTTTIQ+ no están pidiendo privilegios, sino derechos básicos y presupuestos suficientes para hacerlos realidad.
















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