Por Bruno Cortés
En medio del ruido que ha generado la nueva Ley en Materia de Telecomunicaciones y Radiodifusión, hay una voz que decidió ver el vaso medio lleno. La diputada Ivonne Ortega Pacheco, coordinadora de Movimiento Ciudadano (MC) en la Cámara de Diputados, salió a reconocer algo que pocas veces se escucha en política: que esta vez sí se escuchó a la gente.
Y es que, para sorpresa de muchos, antes de que esta reforma llegara al Pleno del Senado, se organizaron foros abiertos para que ciudadanos, colectivos, organizaciones civiles e incluso comunidades indígenas dijeran lo que pensaban. ¿Y qué pasó? Pues que hablaron… y les hicieron caso. Según Ortega, este no fue un logro de los partidos, sino de la gente que levantó la voz.
Durante una entrevista con medios, la diputada yucateca subrayó que el dictamen original se transformó de forma importante. Se le hicieron más de 80 cambios. Entre los más relevantes: se eliminó el famosísimo artículo 109, que permitía el bloqueo de redes sociales (sí, como en regímenes autoritarios), y se incluyeron sanciones para quien haga mal uso de los datos personales. En otras palabras: si alguien se quiere pasar de listo con tu información, ahora habrá consecuencias.
También destacó que se añadieron beneficios para las redes comunitarias e indígenas, que muchas veces quedan fuera del radar tecnológico del país. Esto, aunque no suene tan espectacular, es clave para cerrar la brecha digital en las zonas más marginadas, donde ni el 4G ni la televisión digital han llegado con fuerza.
Ahora bien, sobre la polémica CURP biométrica —ese nuevo documento con foto y huella digital que busca convertirse en tu identificación oficial para todo— Ortega explicó que esta ley no lo impone, pero sí establece reglas claras para su uso. El objetivo, dice, es que esta CURP sirva más adelante para cruzar datos con programas sociales y facilitar trámites. O sea, que si la vas a usar, al menos que sepas cómo, cuándo y para qué.
Eso sí, la diputada fue enfática: lo más valioso de todo esto no es lo que se escribió en el papel, sino cómo se llegó a escribirlo. Porque después de años de reformas aprobadas “al vapor”, esta vez hubo una dosis de democracia real. “Se escuchó a la ciudadanía, se recogieron sus preocupaciones y se cambió la ley”, dijo con tono optimista.
En un Congreso donde muchas veces las leyes se cocinan a puerta cerrada y se aprueban en fast track, este episodio, aunque no perfecto, deja una enseñanza: cuando la gente se organiza y exige, sí puede mover la aguja.
Ivonne Ortega lo resumió bien: no es un triunfo partidista, es un triunfo ciudadano. Y eso, en tiempos de polarización, ya es decir mucho.
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