Por Juan Pablo Ojeda
El ciclismo es un deporte cruel. Un día estás en la cima, vestido de líder, y al siguiente, un minuto de diferencia puede cambiarlo todo. Eso le pasó al mexicano Isaac del Toro, quien perdió el liderato del Giro de Italia en la etapa 20, una de las más exigentes de la competencia, cuando el británico Simon Yates lanzó un ataque fulminante que terminó por quitarle la camiseta rosa.
La jornada fue intensa desde el arranque. Del Toro, que llegaba como líder general, trató de mantener la calma y controlar los tiempos, pero Yates se lanzó con todo desde la tercera posición, apoyado por su compañero de equipo, el siempre confiable Wout van Aert. Esa estrategia fue clave: mientras Yates atacaba con respaldo, Isaac pedaleaba solo, sin compañeros cerca para arroparlo en la subida.
Del Toro no se dio por vencido. En los últimos kilómetros trató de recortar distancia con coraje, pero la falta de apoyo y el desgaste acumulado hicieron imposible neutralizar la embestida británica. Yates cruzó la meta en tercer lugar, con suficiente ventaja para ponerse más de cinco minutos por delante del mexicano en la clasificación general.
Una dura lección, sí. Pero también una muestra del enorme potencial de Del Toro. Con apenas 21 años, no solo cargó con la presión de liderar una de las grandes vueltas del ciclismo mundial, sino que lo hizo con dignidad, potencia y cabeza fría durante buena parte del recorrido. Su actuación fue histórica para el ciclismo mexicano, que pocas veces ha visto a uno de los suyos tan arriba en la general de una competencia de este calibre.
La etapa 21 del domingo será, como suele suceder, un paseo de celebración para el campeón virtual, sin margen real para cambios en los primeros puestos. Es decir, el título ya es de Yates, pero eso no borra lo que hizo Isaac del Toro: poner a México en el mapa del ciclismo mundial, inspirar a miles de jóvenes y confirmar que el futuro le pertenece.
Perdió el liderato, sí. Pero ganó respeto, experiencia y un lugar entre las promesas más emocionantes del pelotón internacional. Y eso, para alguien de su edad, vale más que una camiseta.
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