Identifican una proteína clave para el control de la obesidad y las enfermedades cardíacas

Un equipo de investigadores de la Universidad de Barcelona (UB) ha identificado una proteína denominada ACBP que podría tener un papel clave en el control de la obesidad y las enfermedades cardiovasculares. El descubrimiento, publicado en la revista Molecular Metabolism, revela además cómo esta proteína puede estar involucrada tanto en el envejecimiento como en el debilitamiento patológico del tejido adiposo marrón, que actúa como una “caldera” en el organismo, ayudando así a quemar calorías en forma de calor corporal.

Bajo la dirección de Francesc Villarroya, catedrico de la Facultad de Biología de la UB e investigador en el Instituto de Biomedicina, el equipo —con la participación del Instituto de Investigación Sant Joan de Déu (IRSJD) y el CIBER de Fisiopatología de la Obesidad— encontró que ACBP actúa como una especie de “interruptor” de la actividad de la grasa parda. Según el nuevo modelo, cuando ACBP se vuelve más abundante, bloquea el funcionamiento de este tejido, aumentando así el riesgo de obesidad, diabetes y otras alteraciones cardiometabólicas.

De forma normal, el organismo tiene dos tipos de grasa. Por un lado están el tejido adiposo blanco, destinado a almacenar energía en forma de lípidos, y el pardo, que puede quemarlos para producir calor en un procedimiento denominada termogénesis. Sin embargo, a partir del envejecimiento o en casos de obesidad, el procedimiento deja de funcionar de forma adecuada, debilitando así esta fuente de gasto de calorías.

“De forma general se asumía que la caída de la grasa parda en el envejecimiento y en la obesidad se debía a que sus activadores no funcionaban. Por primera vez hemos identificado que también están involucrados mecanismos represores como ACBP”, explicó Villarroya. Así pues, ACBP actúa en condiciones de normalidad cuando el entorno es más cálido o cuando el organismo deja de necesitar producir calor, pero también puede tener una expresión patológica cuando están presentes el envejecimiento o la obesidad.

Este descubrimiento tiene varias vertientes. Por un lado, proporciona nuevas vías para estudiar cómo revertir el debilitado metabolismo de la grasa parda en determinados grupos de pacientes, ayudándoles así a prevenir o tratar tanto la obesidad como las enfermedades cardíacas. Por otro, ACBP podría tener una aplicación terapéutica en determinados tipos de cáncer en los que el debilitado metabolismo de la grasa parda podría resultar de interés.

Además, el calentamiento global también podría tener una relación directa con el debilitado de la grasa parda, puesto que el incremento de la temperatura en el entorno podría llevar a que ACBP estuviera más activo de forma crónica, aumentando así el riesgo de obesidad en determinados grupos de población.

“Una vez identificado ACBP como represor de la grasa parda, podemos plantearnos nuevas estrategias de intervención que permitan llevar una vida más saludable y prevenir así tanto la obesidad como otras alteraciones cardiometabólicas”, concluyó Villarroya.

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