En el sureste de México, en el estado de Chiapas, se esconde Copainalá, un lugar en el que la historia, las tradiciones y la naturaleza están más vivas que en muchos otros rincones del país. Como Pueblo Mágico, reconocido así en 2023, Copainalá deja en cada visitante la profunda huella de una identidad zoque que continúa latiendo en sus festividades, en sus platillos y en el paisaje que lo rodea.
El nombre de Copainalá proviene del náhuatl y significa “lugar donde corren las culebras”—un reflejo de aquel territorio salvaje pero lleno de riqueza. Según la tradición, en esta comunidad vivieron los padres de La Malinche, la célebre intérprete de Hernán Cortés, lo que proporciona al lugar una relevancia especial en el contexto de la época de la Conquista en México.
Tras la llegada de los frailes dominicos en el siglo XVI, comenzó a aparecer en el paisaje de Copainalá una mezcla de culturas. Así se levantaron edificios emblemáticos como el Templo de San Vicente Ferrer y el de San Miguel Arcángel. Ambos muestran en sus muros el estilo renacentista, pero también reciben toques mudéjares y barrocos en cada detalle. La torre de San Miguel Arcángel, en particular, atrae a los visitantes con las imágenes de una lucha entre ángeles y demonios, un elemento que revela tanto la fe como el sincretismo presentes en el lugar.
Además de sus edificios históricos, Copainalá es reconocido como “el pueblo de las mil danzas”. A lo largo del año están vivas varias festividades en honor a sus santos, en las que grupos de danzantes muestran a los asistentes parte de sus raíces a partir de coloridos grupos como el Moctezu, San Miguel, el Caballito o San Isidro. La música, el vestuario tradicional y las coreografía están cargadas de significado, pues están íntimamente ligadas tanto a leyendas como a hechos históricos de la comunidad.
Su riqueza también reside en el paisaje natural. A poca distancia están las cascadas de Zacalapa, rodeadas de una abundante vegetación, lugar ideal para relajarte, nadar en aguas cristalinas y dejar atrás el estrés de la ciudad. Además, el Zócalo de Copainalá es el punto de encuentro de locales y viajeros, rodeado de edificios coloridos, calles empedradas y tiendas de artesanías en las que puedes encontrar cerámica, talabartería y bordados únicos de la región.
Dentro de la gastronomía están presentes tanto las raíces indígenas como las influencias coloniales. Platillos como la Tzata —elaborada con frijol, guineo verde y chicharrón molido— muestran el ingenio de la cocina zoque. También están el Pimbu, a base de elote molido, chipilín y masa, así como tamales de chipilín o de mole. Por último, el pozol, tanto blanco como de cacao, y el atol agrio muestran el valor de alimentos muy arraigados en el territorio.
Así pues, Copainalá es más que un simple destino; es un lugar vivo en el que el pasado continúa presente en el paisaje, en el estilo de vida de sus habitantes y en cada expresión de cultura. La identidad de este Pueblo Mágico es el resultado de años de encuentro de mundos, de resistir y de dejar una huella permanente en el corredor histórico de Chiapas.
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