La boda de Jeff Bezos y Lauren Sánchez ha generado tanto interés mediático como descontento social. Mientras los invitados comienzan a llegar a Venecia, Italia, para presenciar la unión del fundador de Amazon con la expresentadora, las protestas no cesan en la llamada Ciudad de los Canales. Activistas, colectivos ciudadanos y organizaciones ambientales continúan alzando la voz contra el magnate, a quien acusan de representar una economía que ha contribuido al vaciamiento de Venecia y al aumento de la desigualdad.
A pesar del hermetismo que rodea la ceremonia, algunos detalles han comenzado a salir a la luz. La boda, cuya fecha exacta y ubicación definitiva se mantienen en reserva por motivos de seguridad, originalmente estaba planeada en la Escuola Grande de la Misericordia, un histórico palacio en el barrio Cannaregio. Sin embargo, informes recientes indican que el evento se trasladó al Arsenale, sede de las Bienales de Arte y Arquitectura, por ofrecer mayor privacidad y mejor acceso logístico.
Entre las personalidades que ya han sido vistas en Venecia se encuentran Ivanka Trump, su esposo Jared Kushner y sus hijos, así como la conductora Oprah Winfrey. También llegaron la empresaria Kim Kardashian junto a su familia, el actor Leonardo DiCaprio, el exjugador de la NFL Tom Brady, el actor Orlando Bloom, la reina Rania de Jordania y el diseñador Domenico Dolce. Próximamente se espera la llegada de más celebridades, como la actriz Eva Longoria, la cantante Shakira, el actor Robert Pattinson, la modelo Karlie Kloss, el legendario Mick Jagger y Elton John.
La exclusividad de los invitados contrasta con las intensas manifestaciones organizadas por el comité ciudadano “No hay espacio para Bezos”. Este grupo, junto con activistas de Greenpeace Italia y Extinction Rebellion, ha realizado diversas acciones de protesta en los últimos días. Desde pancartas gigantes en la Plaza de San Marcos hasta espectaculares despliegues en el campanario de San Giorgio y grúas cercanas al Hotel Danieli, las protestas han enviado un mensaje contundente: los ciudadanos consideran que si Bezos tiene el poder para «alquilar Venecia» para su boda, también debería contribuir con mayores impuestos que beneficien a las comunidades y al medio ambiente.
El descontento no es solo por la ostentación, sino por lo que Bezos simboliza para los grupos locales: la gentrificación, la explotación comercial y la creciente inaccesibilidad de la ciudad para sus propios habitantes. La activista Marta Sottoriva, representante del movimiento, declaró que Venecia ha sido tratada como una fuente interminable de ingresos para intereses externos y acusó al modelo económico que encarna Bezos de vaciar la ciudad de residentes permanentes.
Además, los organizadores de las protestas consideran un logro que los megayates del empresario, el Koru y el Abeona, no hayan podido atracar en la laguna veneciana y se hayan visto obligados a anclar en las islas Kvarner, en Croacia. Para los colectivos, este hecho representa una pequeña victoria en la defensa de la ciudad y sus tradiciones frente al turismo masivo y de élite.
La boda de Jeff Bezos y Lauren Sánchez ha trascendido lo privado para convertirse en un evento cargado de simbolismo social y ambiental. Mientras las celebridades desfilan por Venecia, la presión ciudadana pone en el centro del debate el impacto de las grandes fortunas y la necesidad de un modelo económico más justo y sostenible.
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