El verdadero interior de Marte: un mosaico de rocas preservado por 4.500 millones de años

Por Juan Pablo Ojeda

 

El interior de Marte no es un conjunto de capas lisas y ordenadas como suelen mostrar los libros de texto. Un estudio reciente liderado por el Imperial College de Londres revela que el manto marciano es un mosaico irregular de rocas, testimonio de su violento origen, con fragmentos de hasta 4 km de ancho que se remontan a la formación del planeta.

El hallazgo, publicado en la revista Science, se basa en los datos recopilados por la misión InSight de la NASA durante cuatro años, incluyendo información sobre las capas internas, la actividad sísmica y el clima marciano. Los investigadores descubrieron que el manto de Marte conserva “fósiles geológicos” de su juventud, atrapados y preservados como cápsulas del tiempo debido a la ausencia de tectónica de placas que reciclara su corteza y manto, como ocurre en la Tierra.

Impactos gigantescos y océanos de magma
Marte se formó hace unos 4.500 millones de años y fue golpeado por enormes objetos del tamaño de planetas en colisiones casi cataclísmicas, similares a las que también dieron origen a la Luna terrestre. Según Constantinos Charalambous, investigador del Imperial College y autor principal del estudio, estos impactos generaron vastos océanos de magma que al enfriarse cristalizaron dejando trozos de distinto material, que hoy se detectan en el manto marciano.

“Estos fragmentos se mezclaron y quedaron atrapados en un manto que se agitaba muy lentamente”, explica Charalambous. Esto permitió que, a diferencia de la Tierra, Marte conservara un registro casi intacto de su interior primitivo durante 4.500 millones de años.

Datos sísmicos de InSight revelan un manto irregular
La evidencia proviene de ocho terremotos marcianos detectados por InSight, incluyendo dos provocados por impactos recientes de meteoritos que dejaron cráteres de 150 metros de ancho. La misión pudo analizar cómo las ondas sísmicas se propagaban a través del manto, identificando retrasos en las ondas de mayor frecuencia que indican un interior fragmentado y no liso.

Tom Pike, coautor del estudio, señala que los fragmentos presentan una distribución “fractal”: unos pocos grandes, de hasta 4 km, rodeados por muchos más pequeños, un patrón característico de colisiones de alta energía. “Es asombroso que aún podamos detectar esta distribución después de miles de millones de años”, agrega.

Implicaciones para otros planetas rocosos
El descubrimiento no solo redefine nuestra visión de Marte, sino que también puede ayudar a comprender la evolución de otros planetas rocosos como Venus y Mercurio. El estudio demuestra que los interiores planetarios pueden conservar un registro geológico extremadamente antiguo, ofreciendo una ventana única al pasado violento de los mundos estancados del Sistema Solar.

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