Por Juan Pablo Ojeda
En un discurso contundente, el embajador de Estados Unidos en México, Ronald Johnson, afirmó este jueves que la frontera entre ambos países está “cerrada a toda actividad ilegal” y reiteró el compromiso de su gobierno con la seguridad fronteriza y el combate al crimen organizado. Durante la celebración del 249 aniversario de la Independencia de EE.UU., realizada en su residencia en la Ciudad de México, Johnson enfatizó el carácter “único y especial” de la relación bilateral con México.
“Déjenme ser claros, la frontera está cerrada a toda actividad ilegal”, dijo el diplomático ante un auditorio compuesto por figuras políticas y empresariales mexicanas, como el líder priista Alejandro Moreno, el senador oficialista Alejandro Murat, y el empresario Carlos Slim. Recalcó además que el presidente estadounidense Donald Trump está “completamente comprometido a desmantelar las organizaciones criminales transnacionales y las redes de narcotráfico”.
Desde su llegada a México en mayo, Johnson ha reiterado su intención de fortalecer los lazos bilaterales. Esta vez, lo hizo explícito al señalar su disposición para trabajar con la presidenta Claudia Sheinbaum, con quien —dijo— comparte preocupaciones comunes como el combate al tráfico de armas, el freno al flujo de fentanilo hacia EE.UU. y la seguridad fronteriza.
“Me enorgullece colaborar con la presidenta Sheinbaum y su equipo para fortalecer la seguridad fronteriza, desmantelar las redes criminales, detener el flujo de fentanilo que envenena a nuestras comunidades y frenar el tráfico de armas hacia México”, afirmó el embajador, quien anteriormente representó a su país en El Salvador.
El mensaje llega en un momento complejo en la relación bilateral. A pesar del tono diplomático, existen tensiones recientes derivadas de comentarios por parte de figuras del gobierno estadounidense, como la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, quien acusó a Sheinbaum de incitar protestas violentas tras redadas migratorias. Estas declaraciones fueron rechazadas por la mandataria mexicana, que exigió respeto a la soberanía nacional.
Además, el miércoles pasado, el Departamento del Tesoro de EE.UU. anunció sanciones contra tres entidades financieras mexicanas por supuestas operaciones de lavado de dinero vinculadas al tráfico de fentanilo. La reacción de México no se hizo esperar: exigieron pruebas y mayor transparencia, evidenciando un clima de desconfianza que podría dificultar el avance de la cooperación en materia de seguridad y justicia.
Aun así, el embajador Johnson intentó poner en relieve el valor de la vecindad y la interdependencia entre ambos países. “Somos vecinos, somos socios, somos amigos… pero más que nada, somos familia”, dijo con un tono conciliador. Una frase que busca mantener el puente abierto entre dos gobiernos con visiones distintas, pero intereses en común, especialmente en el combate al crimen organizado y la migración.
El tiempo dirá si la voluntad política expresada por ambos lados se traduce en resultados concretos. Por ahora, el mensaje es claro: Estados Unidos quiere seguir siendo un socio clave, pero bajo reglas más estrictas, sobre todo en temas que afectan su seguridad interna.
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