Por Bruno Cortés
En medio del torbellino político que suele sacudir al Congreso mexicano cada semana, esta vez las legisladoras de Morena, el PT y el PVEM decidieron enfocarse en algo más internacional, pero con fuerte sabor nacional: la participación de la presidenta Claudia Sheinbaum en el foro del G7, celebrado en Calgary, Canadá. Y no es para menos, porque más allá del protocolo, lo que sucedió ahí podría marcar una nueva narrativa para México en el mapa global.
Primero lo primero: ¿qué es eso del G7? Es un club exclusivo donde se sientan las potencias económicas más influyentes del mundo —como Estados Unidos, Japón, Alemania, Canadá, entre otras— y donde rara vez se ve una silla reservada para América Latina. Mucho menos ocupada por una mujer, y aún menos por una científica. Pues bien, Claudia Sheinbaum rompió ese molde.
La presidenta llegó con dos banderas claras: la paz y la ciencia, en lugar de los discursos duros o las recetas neoliberales de siempre. Lo que destacaron las diputadas fue, sobre todo, el enfoque distinto: una líder que no viene del mundo de las finanzas, sino de los laboratorios, hablando de tecnología y humanidad, y pidiendo que se escuche no sólo a los países poderosos, sino también a los que apenas van saliendo adelante.
La diputada Lilia Aguilar del PT fue directa: esto no es un logro menor. No sólo se le reconoce a Sheinbaum su papel como presidenta, sino como voz autorizada en temas globales que normalmente se discuten a puerta cerrada y entre hombres. “Es una científica que rompe con el papel de los neoliberales economistas”, dijo. Y no lo decía al aire: India, uno de los países más tecnológicos del mundo, también le echó flores.
Pero como en todo, en México nunca falta quien se clave en el detalle más polémico. Esta vez fue el transporte de la presidenta: que si el avión, que si el gasto. Para las legisladoras oficialistas, ese es un debate “engañoso”. Aseguran que Sheinbaum viajó con austeridad, fiel al estilo de la llamada Cuarta Transformación, y que lo importante fue el mensaje, no el medio de transporte.
Maiella Gómez Maldonado, diputada de Morena, fue más allá y dijo que Sheinbaum no fue solo a hablar, sino a proponer. ¿Qué propuso? Una cumbre global con enfoque en bienestar económico, no sólo para los países ricos, sino también para América Latina y el Caribe. Es decir, que el sur también tenga voz cuando se hable de cómo se reparte la riqueza mundial. Lo llamó “humanismo mexicano”. Suena idealista, pero también necesario.
Y como la política no se detiene, las legisladoras aprovecharon el micrófono para hablar de otros temas. Por ejemplo, los foros sobre la jornada laboral de 40 horas. ¿Qué es eso? Pues una reforma que busca que trabajemos menos horas a la semana, sin afectar el salario. Ya se están escuchando a empresarios, trabajadores, gobierno, academia y hasta organismos internacionales para ver cómo se puede aplicar en México. Un paso que, de concretarse, podría cambiar la vida laboral de millones.
Otra legisladora, Mónica Álvarez Nemer, recalcó que lo importante es que México está tomando una postura clara en el mundo: paz, comercio justo, desarrollo, igualdad de oportunidades. No sólo hablar bonito, sino comprometerse con algo más grande que la política interna.
Eso sí, no todo fue armonía. Cuando se tocó el tema de las elecciones judiciales, la diputada Aguilar lanzó una bomba: acusó a la oposición de “embarazar urnas” y “secuestrar casillas” en estados como Coahuila y Chihuahua. Así, sin medias tintas. Según ella, hay quienes gritan fraude pero hacen trampa por debajo del agua.
Y ya en el terreno de lo simbólico, salió a relucir el tema de la toga que usa el presidente de la Suprema Corte. Que si debe seguir usándola o no. Para Aguilar, eso no cambia nada: ni la ropa ni el peinado deben influir en cómo se imparte justicia. Pero por ahora, no hay una propuesta formal sobre la mesa del Congreso.
En resumen, mientras en Canadá se hablaba de paz, ciencia y cooperación global, en México las aguas siguen agitadas. Pero al menos, por unos días, la política mexicana pudo presumir que tiene algo nuevo que decirle al mundo —y lo está diciendo con voz de mujer, científica y presidenta.
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