Por Juan Pablo Ojeda
La presidenta Claudia Sheinbaum salió al paso de las críticas y celebró públicamente la ratificación de Genaro Lozano como embajador de México en Italia, un nombramiento que ha generado tanto aplausos como inconformidades en el Congreso y la opinión pública.
Desde su conferencia matutina en Palacio Nacional, la mandataria respaldó sin titubeos la designación del excomunicador, a quien calificó como “un experto en relaciones internacionales” y una persona comprometida con los derechos humanos, especialmente con la comunidad LGBT. “Nos apoyó mucho y de muchas maneras”, dijo, reconociendo también su cercanía con el proyecto de la Cuarta Transformación.
El aval de la Comisión Permanente del Congreso llegó esta semana con el apoyo de Morena, sus aliados y Movimiento Ciudadano. Sin embargo, la oposición no tardó en levantar la voz. La diputada Margarita Zavala, una de las principales críticas, calificó el nombramiento como “un error” y cuestionó la falta de imparcialidad que, según ella, debería caracterizar a un diplomático. También señaló un artículo que Lozano publicó en el pasado contra la primera ministra italiana Giorgia Meloni, sugiriendo que eso podría entorpecer las relaciones bilaterales.
Pero el perfil de Lozano no se limita a la televisión o a la militancia progresista. En respuesta a las críticas, él mismo recordó que es licenciado en Relaciones Internacionales, que tuvo una estrecha relación profesional con la excanciller Rosario Green y que ha trabajado de cerca con el Instituto Matías Romero, capacitando a jóvenes aspirantes al Servicio Exterior Mexicano.
A pesar de no ser parte del cuerpo diplomático de carrera, Lozano se presenta como una figura preparada, con bagaje académico y experiencia en análisis internacional. La decisión de Sheinbaum de respaldarlo abiertamente también manda un mensaje: el gobierno seguirá apostando por perfiles cercanos a su proyecto político, aunque no provengan de la diplomacia tradicional.
Este caso reabre un viejo debate: ¿la diplomacia mexicana debe seguir en manos de diplomáticos de carrera o puede abrirse a perfiles externos con trayectoria pública y compromiso ideológico? Por ahora, Lozano ya tiene el nombramiento, y le tocará demostrar en Roma que su perfil puede estar a la altura de las exigencias del cargo… y de las críticas.
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