São Paulo, Brasil a 29 de junio, 2025.- Miles de personas salieron a las calles de São Paulo este domingo 29 de junio para mostrar su apoyo al expresidente Jair Bolsonaro, en medio de una creciente presión judicial que podría llevarlo a prisión por su presunta implicación en un intento de golpe de Estado tras su derrota electoral en 2022.
Vestidos con camisetas amarillas y verdes, los colores nacionales de Brasil, los manifestantes se concentraron en la emblemática Avenida Paulista, convocados bajo el lema de “justicia”. La marcha fue impulsada por el propio Bolsonaro, quien publicó días antes en su cuenta de X (antes Twitter): “Brasil nos necesita a todos. Es por la libertad, por la justicia”.
La convocatoria llega en un momento crítico para el exmandatario de 70 años, que enfrenta investigaciones por liderar una supuesta red criminal que buscaba mantenerse en el poder pese a haber perdido los comicios ante Luiz Inácio Lula da Silva. De acuerdo con la Fiscalía, incluso se habrían elaborado planes para asesinar a Lula y a otros miembros clave del nuevo gobierno, planes que no avanzaron por la falta de respaldo dentro del Ejército.
Cargos graves y protestas polarizadas
Bolsonaro ya ha sido inhabilitado hasta 2030 por difundir desinformación sobre el sistema electoral brasileño. Ahora enfrenta cargos por intento de golpe y asociación criminal, delitos que podrían costarle hasta 40 años de prisión. En una reciente audiencia ante el Supremo Tribunal Federal (STF), negó haber intentado subvertir el orden democrático y protagonizó un tenso cruce con el juez Alexandre de Moraes, a quien ha insultado públicamente en diversas ocasiones.
Mientras sus seguidores claman por “libertad” y “justicia”, figuras de la oposición denuncian lo que consideran una peligrosa normalización de actitudes golpistas. “Bolsonaro quiso volar Brasilia y eliminar a su rival político. Debería estar preso. No entiendo cómo hay gente que aún lo defiende”, declaró Dionisio Teixeira, comerciante local que presenció la protesta desde su tienda de vinilos.
Uno de los manifestantes, que se identificó como “Julinho Corazón de León”, desfiló disfrazado de juez y lanzó duras críticas al STF. “Hay justicia para la izquierda y un estado de excepción para la derecha. Los jueces no fueron electos y están asumiendo el poder en Brasil”, afirmó, apuntando directamente contra el juez Moraes, al que llamó “psicópata”.
Menos gente, más tensión
Aunque Bolsonaro aún conserva una base fiel, el tamaño de sus convocatorias ha disminuido. Según datos del Laboratorio de Estudios de Violencia de la Universidad de São Paulo, la manifestación de este domingo reunió a cerca de 45 mil personas, una caída considerable frente a las 185 mil que se dieron cita en febrero pasado.
Las demandas de los asistentes no se limitan al apoyo al expresidente. Muchos exigieron también amnistía para los implicados en los disturbios del 8 de enero de 2023, cuando miles de bolsonaristas invadieron el Congreso, el Palacio Presidencial y el Supremo Tribunal, buscando forzar una intervención militar que impidiera la toma de posesión de Lula da Silva.
¿Una carrera política en pausa?
El gobernador de São Paulo, Tarcísio de Freitas, exministro de Bolsonaro y potencial candidato presidencial para 2026, también participó en la marcha. Aunque evitó hablar directamente sobre las acusaciones, pidió “hablar de libertad y trabajar por la pacificación”. Su presencia fue interpretada como una señal de continuidad del bolsonarismo, más allá del destino judicial de su líder.
Mientras tanto, las investigaciones se expanden. La Policía Federal pidió en junio que se procese a Carlos Bolsonaro, uno de los hijos del expresidente, por supuestamente operar una red de espionaje ilegal durante el mandato de su padre. Los reportes apuntan a que Jair Bolsonaro fue el principal beneficiario de esta operación clandestina dentro de la Agencia Brasileña de Inteligencia (Abin).
A pesar del clima adverso, Bolsonaro insiste en que es víctima de una persecución política y confía en revertir su inhabilitación para poder volver a competir en las elecciones presidenciales.
Por ahora, Brasil se encuentra en una encrucijada, con una sociedad polarizada y una justicia que avanza en la revisión de las acciones de un expresidente que no parece dispuesto a salir del escenario político.
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