Por Juan Pablo Ojeda
Claudia Sheinbaum aprovechó el 115 aniversario de la Revolución Mexicana para enviar un mensaje contundente desde el Zócalo capitalino: la historia no es un recuerdo estático, sino una guía para entender el país que somos y el que queremos construir. Durante el Desfile Cívico-Militar, la presidenta recordó que la Revolución fue uno de los movimientos sociales más profundos de México, capaz de poner por primera vez los derechos sociales en el centro de la vida pública. Y en ese mismo tono, vinculó sus principios con el rumbo actual del gobierno.
Sheinbaum evocó a figuras como Madero, Zapata y Villa para subrayar que fueron hombres que se enfrentaron a un sistema de privilegios, autoritarismo y desigualdad. Al retomarlos, dijo, no se trata de nostalgia, sino de responsabilidad histórica: mantener vivos los valores de justicia, igualdad y dignidad que dieron origen al México moderno. Aseguró que su administración busca honrar ese legado apostando por un país más justo e incluyente, donde el poder se use para servir y no para someter.
Buena parte de su discurso estuvo marcada por frases directas, dirigidas tanto a la ciudadanía como a quienes —dijo— apuestan por el odio, la mentira o la violencia como estrategia política. Recalcó que la paz nace de la justicia, que las campañas de calumnias no frenarán al país y que “México no volverá a caminar hacia atrás”. También reafirmó principios que ha repetido durante años: nada por la fuerza, todo por la razón y el derecho; el poder no es un club de privilegiados; y la austeridad, la ética y la honestidad deben seguir siendo el sello del gobierno.
La presidenta insistió en que el país avanza con la fuerza de un pueblo que conoce su historia y su dignidad, y que la transformación tiene el respaldo de quienes habían sido históricamente olvidados. Cerró con un llamado a caminar unidos para que nada detenga a México, rematando su mensaje con un enérgico “¡Viva México!”, coreado por miles de asistentes.















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