Por Juan Pablo Ojeda
El ambiente alrededor del Tricolor volvió a ponerse pesado y no es casualidad. México cayó 1-2 ante Paraguay en San Antonio y la racha sin ganar ya llegó a seis partidos, un escenario que Javier Aguirre no intentó maquillar. Al contrario, el técnico habló sin rodeos: hay cosas que no le gustan, errores que pensaba superados y una sensación clara de que el equipo sigue lejos del nivel esperado.
Aguirre reconoció que la derrota deja aprendizajes, pero también evidencia de que el funcionamiento colectivo está atorado. Paraguay aprovechó los huecos defensivos y con goles de Antonio Sanabria y Damián Bobadilla puso en evidencia a un México que, según el propio Vasco, pudo haber perdido por más. Y eso ya dice mucho.
Aunque evitó señalar responsables, Aguirre fue directo al explicar que dentro del grupo hay jugadores que muestran hambre y nivel… y otros que quieren, pero simplemente no les alcanza. La tarea, dijo, es encontrar ese once ideal que todavía no aparece y que necesita consolidarse antes de que el Mundial llegue sin avisar.
El problema que más le preocupa es la falta de determinación en el último tercio. No es solo fallar goles, es que al equipo le falta personalidad para generar peligro real. Para un técnico que ya llevó a México a dos octavos de final, esta carencia es el tipo de detalle que puede dictar el destino mundialista.
El empate sin goles ante Uruguay y ahora el revés con Paraguay encendieron el malestar de la afición, algo que Aguirre entiende perfectamente. Para él, ser abucheado es parte del oficio y quien no pueda con esa presión, no puede vestir la camiseta nacional. Lo que sí tiene claro es que el único camino para recuperar el apoyo es volver a ganar. Nada más.
El técnico cerró con un mensaje que refleja la urgencia del momento: hay que revertir la mala racha, recuperar la confianza de la gente y recordar que, al final, la tribuna perdona todo menos no ganar. Y el último semestre, como él mismo lo aceptó, el equipo le ha fallado a su gente.
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