COLUMNA: CIBERSEGURIDAD PÓLÍTICA
POR: RAUL FRAGA JUÁREZ
17 / Noviembre / 2025
Debut de Generación Z en la arena pública mueve pesos y contrapesos entre elencos del poder político.
Cuando el 27 de junio de 2004 miles de personas (cerca de medio millón, según estimaciones objetivas) salieron a las plazas públicas de la cartografía mexicana para participar en la “Megamarcha contra la delincuencia organizada y el secuestro” -llamada también “Marcha del Moño Blanco”-, quedó registrada como la movilización más concurrida en la historia del México contemporáneo. Transcurridos 21 años de aquella penosa, pero memorable manifestación ciudadana (que obligó al gobierno federal a tomar en cuenta las exigencias de la población en seguridad y justicia), el 15 de noviembre de 2025 se posicionó como fecha referente por el impactante debut político de la Generación Z -quienes nacieron entre 1995 y 2012, y que hoy suman 30.4 millones de connacionales- en la quebrantada arena pública nacional, también bajo el obligado impulso del recrudecimiento de la galopante y atroz actividad delictiva.
Hoy, en plena era de la ciberdelincuencia, cuando la llamada “captura de los partidos políticos por parte del narcotráfico” se ha convertido en tema de conversación colectiva, y no son pocos los estudiosos que mencionan el marcado avance del “proceso de gansterización en algunas áreas gubernamentales”, la convocatoria a la marcha con el sello de los también conocidos como nativos digitales, rebasó con mucho las previsiones y capacidades interinstitucionales para impulsar una adecuada respuesta mediática, logística y operativa, con visión de Estado.
En plena concentración de ciudadanos que respondieron a tal convocatoria, la nebulosa incorporación de integrantes del llamado “bloque negro”, con sus usos y costumbres emparentados con la violencia y la confrontación, sirvió como justificante para que el mando policiaco capitalino ordenara la entrada en escena de uniformados entrenados para actuar en escenarios de riesgo, y hasta de nivel crítico, e instruyera el empleo de gases lacrimógenos para desplazar con el uso de la fuerza (legítimo?) a la multitudinaria concurrencia que acudió a manifestarse; se trataba de orillarlos a abandonar la principal plaza pública del país: el Zócalo capitalino -espacio y símbolo irreemplazable de identidad nacional y sentido de pertenencia nacional-.
Pero, lejos de inhibir o cancelar la potencial fuerza movilizadora de los centennials, tales circunstancias los impulsan ahora a explorar otras agendas y a rediseño, vía la comunicación política, de sus formas de expresión, mediante atractivas narrativas, para dominar el arte del discurso, que ordena: “qué decir”, “cómo decirlo”, “cuándo decirlo”, “ante quien decirlo”, “para qué decirlo”, y cómo evaluar resultados, sustentar avances y/o identificar fallas y cómo corregirlas, para encontrar así, al menos, una válvula de despresurización y auténtica coparticipación social frente a la evidente cerrazón.
Cuando la presidenta Claudia Sheinbaum cumplió su primer año de gobierno (1 de octubre), el júbilo y optimismo campeaban en torno de Palacio Nacional, pero, para mala fortuna de la sociedad, pronto se evaporó dicha visión paradisíaca, ya que la agenda de riesgos y amenazas, derivadas de la imparable espiral de hechos delictivos acumulados en las diversas coordenadas del territorio mexicano, recolocó los reflectores en Michoacán ante el reiterado clamor de ayuda, de Carlos Manzo, presidente municipal de Uruapan, Michoacán. Al inclinarse la mandataria por “hacer oídos sordos” al urgente llamado, su gabinete replicó esta postura. Por tanto, dicho grito de socorro no encontró eco entre los tomadores de decisiones que hoy encabezan las nóminas de las instituciones gubernamentales.
El letal epílogo, sucedido en plena plaza pública de Uruapan el mero día de festividades de muertos, ensombreció la atmósfera local, regional y nacional, alcanzando negativos impactos mediáticos en la opinión pública global. Entre las repercusiones provocadas por el trágico aniquilamiento del alcalde Manzo destacan la exigencia de su comunidad de esclarecer el ataque, garantizar justicia y, con el sello de identidad de la que se conoce como Gen Z, convocar a una movilización nacional, amén de darle dimensión, en una auténtica guerra de imágenes, al llamado Movimiento del Sombrero, rememorando el cotidiano uso que de este hacía el político abatido.
Así, desde el muy vistoso atril de la “Mañanera del Pueblo”, la presidenta Claudia Sheinbaum se inclinó por descalificar, confrontar a los convocantes de la innovadora marcha, y exhibir el marcaje personal digital al que se les sometió. Se buscó, sin suerte, inhibir y/o apagar el impacto mediático que tal llamado a manifestarse generó.
En la actual fase de violencia política que enluta a México, solo en el primer semestre de 2025 sumaron 112 los asesinatos de integrantes de elencos públicos (fuente: Integralia), siendo el de mayores repercusiones nacionales y globales, el perpetrado en contra de Carlos Manzo, presidente municipal de Uruapan, Michoacán, sucedido el pasado 1 de noviembre, y que detonó el emergente llamado a la movilización masiva para exigir justicia en el esclarecimiento del ataque mortal del popular alcalde independiente.
Ahora que las redes sociales y las plataformas digitales son la principal arena de lucha política y confrontación ideológica que protagoniza el gobierno de la Cuarta Transformación, en su segundo piso, en contra de sus desdibujados opositores partidistas, es importante conocer algunos indicadores que enmarcan tal ciberguerra política. El reporte más reciente del Día Mundial de las Sociedades de la Información, difundido el 17 de mayo, documenta que México cuenta ya con 110 millones de usuarios de Internet, que representan el 83.3% de la población nacional, ubicados, sobre todo, en áreas urbanas (86.9 %). En cuanto a interconectividad, la mayoría de los enlaces se realizan vía teléfonos inteligentes (98%).
Ante el debilitamiento público de la nomenklatura, arraigada en el desgastado sistema político mexicano y en su erosionado régimen de partidos, los grupos de poder, grupos de interés, grupos de presión, grupos de tensión y grupos de negociación (a varios de los cuales hace tiempo les llegó su fecha de caducidad), hoy intentan seguir moviéndose, a pesar de que no cuentan con la tan necesaria nueva carta de circunnavegación ciberpolítica, por lo que al carecer de definición ideológica, y sin contar con sentido de pertenencia doctrinaria, han construido su particular modus operandi transitando de unas siglas a otras, en busca siempre de blindaje político-judicial, cerrando puertas, a piedra y lodo, a las nuevas generaciones tratando de impedir la llegada de jóvenes portadores de innovadores liderazgos, con otra visión, un cambio de convicción y distintas capacidades de pensamiento crítico, reflexión y propuesta.
Ahora que, a pesar de todos los riesgos, presiones y adversidades, la Generación Z se atrevió a debutar en el espacio público al salir a las calles y plazas, ha quedado evidenciada su capacidad organizativa y su rol como potencial venero de nuevos liderazgos sociodigitales, de cara a una sociedad lastimada, cada vez más, por los amplios márgenes de maniobra con que operan las organizaciones delictivas, e impactada, hasta el hartazgo, por el ancestral y hoy robustecido binomio corrupción-impunidad.
Algunos observadores ya comienzan a prefigurar una promisoria y distinta interrelación de fuerzas y un trascendente movimiento en los pesos y contrapesos entre el poder presidencial, el poder de la sociedad y el poder de mediático. La comunicación política tiene la palabra y brújula a seguir en el desafiante rompecabezas de marcar la nueva hoja de ruta, ineludible para y en pro de los intereses estratégicos de la Nación y de la población.
A final de cuentas, es irrefrenable el relevo político-generacional que comienza a experimentarse en México, por lo que, a pesar de las duras resistencias, pronto arribarán a la palestra digital de la cosa pública, distintos perfiles de líderes juveniles, nuevas bases sociales de apoyo y prometedores talentos y talantes ajustados al nuevo perfil de corte generacional digital.
















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