Por Juan Pabl0 Ojeda
En una declaración que podría tensar aún más la ya delicada relación bilateral en materia de seguridad, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo confirmó que el Gobierno de México no ha recibido información oficial sobre la presunta captura de Ismael “El Mayo” Zambada, uno de los líderes históricos del Cártel de Sinaloa, ocurrida el 25 de julio de 2024.
Durante su conferencia matutina, la mandataria fue clara: ni la Secretaría de Seguridad, ni la Fiscalía General de la República (FGR), ni la Secretaría de Relaciones Exteriores han recibido datos formales sobre cómo fue llevado Zambada a territorio estadounidense. Esta falta de comunicación es especialmente delicada porque el propio capo —en una carta enviada desde Estados Unidos— asegura que fue “secuestrado” y no extraditado.
“La Fiscalía tendrá que confirmar lo que se diga allá con pruebas. No es un asunto del personaje, sino del procedimiento legal que debe respetarse con cualquier ciudadano mexicano”, recalcó Sheinbaum. Su postura no busca defender a Zambada, aclaró, sino destacar un posible quebranto al debido proceso, algo que, en sus palabras, no puede normalizarse ni con criminales de alto perfil.
Y es que el documento que Zambada envió al Consulado de México en Nueva York no tiene desperdicio. En sus 33 páginas, el capo sostiene que fue llevado a EE.UU. sin intervención oficial del gobierno mexicano, lo que, según él, podría «romper la cooperación judicial entre ambos países» si no se aclara.
Más aún, advierte que su caso puede ser un “punto de fractura” en la relación bilateral en materia de justicia, especialmente si termina siendo condenado bajo pena de muerte, algo inaceptable para la ley mexicana. En su carta, Zambada se declara víctima de privación ilegal de la libertad y exige su repatriación para ser juzgado en México.
Todo esto ocurre mientras Sheinbaum intenta consolidar su imagen de firmeza institucional en temas de seguridad, sin caer en protagonismos innecesarios ni en pleitos diplomáticos gratuitos. “Supongamos que fuera cualquier otro mexicano, no se puede permitir que se lo lleven así nomás”, explicó, en referencia a que lo que está en juego no es solo el destino de un narcotraficante, sino el respeto a la soberanía y al marco legal mexicano.
Hasta ahora, ni la Fiscalía de EE.UU. ni la Casa Blanca han respondido formalmente a estas acusaciones. Mientras tanto, en México, la figura de El Mayo —largamente considerado “intocable” por su bajo perfil y longevidad dentro del crimen organizado— vuelve al centro del debate, esta vez no por sus acciones criminales, sino por lo que podría convertirse en una bomba legal y diplomática.
La Fiscalía General de la República ya tiene en sus manos la carta y una solicitud formal de intervención por parte de Zambada. El caso está abierto. Y más allá de que el capo acepte o no su culpabilidad en Estados Unidos, México exigirá que se respeten los procesos legales.
Porque incluso en los rincones más oscuros del narcotráfico, la forma importa tanto como el fondo.
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