Monreal y Gutiérrez Luna trazan ruta legislativa rumbo a 2026

Por Bruno Cortés

En el siempre vibrante y a ratos caótico San Lázaro, Ricardo Monreal y Sergio Gutiérrez Luna ofrecieron una conferencia de prensa que, más allá de la formalidad, dejó entrever el rumbo político de los próximos meses. Ambos diputados —uno como presidente de la Junta de Coordinación Política (Jucopo) y el otro como cabeza de la Mesa Directiva— subrayaron la idea de cooperación interinstitucional y disciplina fiscal como pilares de la agenda legislativa que busca dar oxígeno al proyecto de la Cuarta Transformación.

La reunión previa con la presidenta Claudia Sheinbaum fue presentada como un ejercicio de sintonía fina: seguridad, medicamentos y un paquete económico para 2026 bajo la promesa de no aumentar impuestos. Monreal, en su estilo, dejó claro que la prioridad es culminar la reforma judicial con un componente que genera debate: la elección popular de jueces y magistrados. Para él, es la vacuna contra el viejo virus del padrinazgo político.

El legislador zacatecano también se dio tiempo para enviar un dardo directo al INE: calificó de excesiva la petición de incrementar en 12.5% su presupuesto y destinar 7 mil millones adicionales a partidos. En tiempos donde se predica austeridad como dogma, el mensaje fue claro: menos despilfarro en estructuras electorales, más inversión en salud, educación y atención a desastres naturales. Humor negro mediante, la crítica se entiende: en México se pueden recortar medicinas, pero jamás los spots partidistas.

Sergio Gutiérrez Luna, por su parte, tuvo que lidiar con un frente menos institucional y más personal. Respondió a cuestionamientos sobre su vida privada con un tono sereno y la frase de manual: “hay que diferenciar lo público de lo privado”. Su defensa del estilo de vida podría haber pasado inadvertida, de no ser porque en la política mexicana la percepción es casi tan importante como la norma. Con disculpas incluidas, buscó disipar dudas y reforzar la narrativa de legalidad en la Mesa Directiva.

En el terreno legislativo, septiembre llegará cargado de iniciativas: desde una ley contra la extorsión hasta ajustes al amparo, pasando por reformas en materia de delincuencia organizada y procedimientos penales. Monreal adelantó que también vendrán propuestas menos mediáticas pero de alto impacto, como la regulación de bebidas energéticas y cigarrillos electrónicos, tema que él mismo ha abanderado con un enfoque de salud pública.

La reforma electoral, coordinada por Pablo Gómez, será otro campo de batalla. Iniciará “desde cero” y buscará reducir el financiamiento a partidos y órganos electorales, sin descuidar la representación de minorías. Monreal anticipó parlamentos abiertos y audiencias de septiembre a noviembre, con la mira puesta en diciembre. La narrativa es sencilla: acercar a los legisladores a la ciudadanía, aunque la realidad política, siempre más tozuda, muestre resistencias dentro y fuera de Morena.

El contexto internacional también apareció en la conferencia. Monreal respaldó a Sheinbaum frente a la llamada “Operación Portero” de la DEA, un operativo desconocido por México. Con un dejo de ironía, descartó riesgos de invasión estadounidense, calificando cualquier escenario bélico como “osado y suicida”. El mensaje diplomático fue firme: respeto mutuo y no intervención, una fórmula vieja pero efectiva cuando la Casa Blanca decide jugar duro.

Finalmente, Monreal negó rumores sobre embajadas y reiteró la necesidad de un relevo generacional en el Congreso. Lo hizo con la misma calma con la que recordó que, por ley, la presidencia de la Mesa Directiva debe entregarse al PAN, segunda fuerza electoral. Una señal de que, aunque el oficialismo avance, los equilibrios institucionales aún cuentan.

En suma, la conferencia fue más que un simple informe: fue la hoja de ruta de un Congreso que busca mostrar disciplina política y fiscal, fortalecer su legitimidad con reformas polémicas y respaldar a Sheinbaum en su primer pulso internacional. El mensaje central fue pragmático: sin improvisaciones, con austeridad y con un ojo puesto en 2026, Morena quiere asegurar que la maquinaria de la 4T siga girando sin sobresaltos.

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